Demócrata como él sólo, nuestro personaje de hoy, dicen que fue presidente de los Estados Unidos. Supongo que si lo dicen será por algo, porque a nadie le otorgan tal privilegio si no es cierto.
Ya de joven demostró tener ambición política y se decantó por la carrera de derecho, para lo cual, necesitó estudiar en tres universidades diferentes (nada menos que Washintong, Oxford y Yale…), lo cual nos da dos posibles lecturas: una, que era tan listo que una única universidad se le hacía pequeña. Otra, que era tan tonto que fue de universidad en universidad hasta que encontró una que le regaló el título… Bueno, también podemos hacer otra lectura: su padre, un humilde trabajador, se dedicaba al contrabando de estupefacientes para poder pagarle tanta universidad…
En sus inicios como presidente, exhibió buenos principios, y empezó innumerables proyectos… que se quedaron en eso, en principios sin final feliz. Pero no pasó a la historia por sus principios, si no por la carencia de estos. O bueno, mejor dicho, por ser unos principios sin escrúpulos y un tanto extraños.
Como muchos otros presidentes americanos, vivió cómodamente instalado en la Casa Blanca, circunstancia esta que provocó que parte de su correspondencia llegara hasta Casablanca, en Marruecos, donde algunos árabes infiltrados, empezaron a cogerle manía, al leer los mensajitos que intercambiaba con otros presidentes dispuestos a estafarles en la compra del petróleo. El servicio de inteligencia americana no daba crédito cuando se enteró de cuales eran las fuentes que informaban de sus planes a los árabes…
Podemos asegurar que pasará a la historia, como el único presidente cuyo nombre, siempre nos recordará otro nombre, el de la becaria más famosa del mundo, su adorada Mónica. Su “accidentado” episodio con la becaria como protagonista, nos dejó una conclusión aplastante: Bill Clinton era casi ciego. Sólo así se puede entender, que pudiera elegir una becaria tan fea, por un lado, y que tuviera tan mala “puntería” por otro… salvo que tuviera mucha mala “leche”.
Aparte de amante de becarias, también era amante de los perros, aunque no se sabe si con ellos hacía lo mismo que con la becaria, porque ninguno de ellos le ha denunciado…, no sé si será porque no sucedió, o porque pudieron ser silenciados antes de que ladraran…
Entre otros hallazgos logrados en su vida, sirvió de inspiración para que un fabricante de tintes para el pelo, ideara un tinte especial para caballeros, o mejor dicho para cualquier hombre, fuera caballero o no, más que nada porque el propio Clinton no era precisamente un caballero. Y se apoyó en su figura cuando ideó el slogan: “Si no quieres parecerte al presidente, tíñete el pelo como toda la gente”…
Pasaron muchas más cosas en su vida, pero eso… es otra historia.