Porqué?
Porque me encanta esta canción, así de simple.
29 de enero de 2017
26 de enero de 2017
#ElTemaDeLaSemana
Esta semana, los
amigos de @PapásBlogueros nos plantean la siguiente cuestión: “El embarazo
desde la perspectiva de la pareja”. O lo que es lo mismo, como lo vivió un
servidor, sin barriga ni nada que llevar a cuestas y a la sombra de la
embarazada…
Nuestro primer y
único embarazo, lo viví con ilusión y temor por partida doble, ya que fue embarazo
doble. Al final, resultó ser bastante tranquilo contra todo pronóstico, porque
como todos los embarazos gemelares, fue considerado embarazo de riesgo desde el
primer momento y fuimos atendidos tal y como la situación requería. Con emoción,
vimos cómo crecía semana a semana la barriga con algún que otro sobresalto,
producto más que nada de la inexperiencia, ya que todo lo que nos alarmaba fue
considerado, a posteriori, por parte de los médicos, como algo normal en un
embarazo de tales características, ya que todas las revisiones periódicas dieron un resultado totalmente normal.
En esas
circunstancias todo es nuevo, y uno, desde su papel secundario, a veces sentía
bastante impotencia, ya que por mucho que “estés ahí”, no puedes hacer nada más
que no sea ayudarla a levantarse, como consecuencia de la dificultad para
moverse a medida que aumentaba el peso de la barriga, y agarrarla de la mano
cada vez que le daba la ciática… En fin, como podéis observar, nada fuera de lo
común, quizás un poco más acentuado que en un embarazo normal, pero sin
demasiadas complicaciones.
La ilusión y
emoción, con la que observábamos a aquellos dos bultos deformar con sus movimientos la barriga por
varios sitios, dieron paso también a algunos momentos de angustia, cuando
veíamos que sólo uno de los dos bebés se movía. A veces, durante un buen rato,
sólo uno daba señales de vida. Angustia que no desaparecía hasta que se movía
el otro a fuerza de llamarle y pasar la mano por el otro lado de la barriga…
Con el tiempo, nos dimos cuenta de que todo era producto de lo saltimbanqui que
era el crío, que con las volteretas que daba tenía a la cría arrinconada y sin
atrever a moverse….
Como muchos otros embarazos de este tipo, sólo duró ocho meses, finalizando con una cesárea programada, pero eso... ya fue otra historia.
23 de enero de 2017
Esa puerta...
En este preciso momento, en cualquier lugar del mundo, un
hombre estará intentando abrir una puerta. Y seguramente también una mujer esté
haciendo lo mismo en otro lugar… Y digo que lo están intentando, porque no
siempre se consigue…
Lo consigan o no, lo que está claro es que ambos lo intentan
porque tienen alguna razón que les impulsa a hacerlo. Las razones pueden ser
muy variadas y es posible, sólo posible, que algunas de esas razones sean muy
distintas. Sin embargo, estoy seguro de que ambos coinciden en la razón
principal que les motiva a abrir la puerta. Lo sé perfectamente. Y usted
también lo sabe, aunque ni siquiera se haya parado a pensarlo. Sí, eso es, la
principal razón de que ambos estén intentando abrir la puerta, es que dicha
puerta está cerrada…
Coincidirá conmigo en que resulta bastante difícil intentar
abrir una puerta si no está cerrada. O mejor dicho, lo que resulta difícil, si
la puerta no está cerrada, es conseguir abrirla, intentarlo es bastante fácil,
absurdo, pero fácil, se lo aseguro. De hecho, yo mismo, que no soy nada
especial, siempre que he visto una puerta abierta, he conseguido intentar
abrirla. Claro que, finalmente, sólo he conseguido abrirla un poco más de lo
que ya estaba…
Ahora bien, llegados a este punto, y antes de seguir
quemando inútilmente neuronas sobre el tema, deberíamos aclarar una cuestión
verdaderamente importante: ¿Realmente cuando abrimos o cerramos una puerta,
estamos abriendo o cerrando una puerta?...
Sí, ya lo sé, es lo que se dice, y siempre nos referimos en
los términos “abrimos la puerta”, cada vez que vamos a entrar en una habitación
o un edificio cualquiera. Sobre todo cuando “creemos” que la puerta está
cerrada. Sin embargo… ¿es la puerta quien está cerrada… o es la habitación, o
edificio cualquiera, quien está cerrado?...
Ese es el quid de la cuestión, en realidad es la habitación
la que está cerrada, y la puerta, simplemente, se encuentra en una posición en
la que está tapando el único hueco que hay para entrar en dicha habitación.
Vale, sí, también dicha habitación o edificio cualquiera, puede tener otro
hueco en forma de ventana, y usted también tendrá la alternativa de intentar
entrar en la habitación por la ventana, pero para eso tendría que abrir la
habitación por el hueco de la ventana. Aunque no sé porque quiere usted
intentar entrar por el hueco de la ventana pudiendo entrar tranquilamente por
el hueco que tapa la puerta como hace todo el mundo. Bueno, vale, si no
consigue abrir la habitación por el hueco de la puerta, es lógico que intente
abrirla por el hueco de la ventana, pero créame, las ventanas, por norma
general, suelen abrirse… perdón, quiero decir que las habitaciones, o edificios
cualesquiera, suelen abrirse por el hueco de la ventana desde dentro, y usted
está fuera de la habitación, así que la única opción que tendría para abrir la
habitación, o edificio cualquiera, desde fuera sería romper la ventana….¿Cómo
que no está fuera de la habitación? Entonces, si está dentro de la habitación ¿para
qué quiere entrar en la habitación?... ¿De verdad cree que puede entrar en la
habitación estando dentro de la habitación?...
En fin, volvamos al principio… En este preciso momento, un
hombre o una mujer, en cualquier lugar del mundo, intenta abrir una habitación,
o edificio cualquiera, por el hueco que hay en la puerta…

18 de enero de 2017
#ElTemaDeLaSemana. ¿Por qué quise ser padre?
Me apunto a la
iniciativa bloguera descubierta en el blog de Papácangrejo, creada por @PapásBlogueros , quienes con su propuesta “El tema de la
semana”, lanzan al aire una pregunta semanal para que todo aquel que quiera la
recoja al vuelo, y de manera escueta
acepte responderla. Me parece una buena manera de que, poco a poco, los
blogueros nos vayamos conociendo más y también, por qué no, de que todos nos
vayamos conociendo un poco más a nosotros mismos, ya que, algunas de las
preguntas, ni siquiera nos las hemos llegado a plantear en primera persona.
La pregunta de
esta semana es: “¿Porqué quise ser padre?”
Sin lugar a
dudas, una buena pregunta… Ahí va mi “escueta” respuesta:
A todo niño le
preguntan alguna vez “¿qué quieres ser de mayor?”… Yo cuando era pequeño, de
mayor quería ser adulto… y padre. Lo de llegar a ser adulto no sé cuándo o si
podré llegar a conseguirlo, pero si he cumplido el sueño de ser padre.
¿Por qué quise
ser padre? Sencillamente, porque quería poder vivir algo, que tenía la
intuición de que sería algo grande. Cuando por fin lo conseguí, me di cuenta de
que me equivocaba. Ser padre no era algo grande, sino que descubrí que ser
padre es lo más importante que un hombre puede llegar a ser. Lo que sentí ese
día, ya lo conté en este post hace algunos años. Ahora que han pasado casi doce
años de aquel día, me reafirmo en mi deseo de querer ser padre. Un hombre puede
llegar a ser muchas más cosas. Puede llegar a ser contable, bombero o médico…
incluso presidente, pero nada es comparable a la experiencia de ser padre…
Y quise ser
padre, porque siempre tuve la certeza, de que lo más bonito que uno puede hacer
en su vida es crear, y nada mejor que crear una vida, aunque sólo sea de una
manera un tanto secundaria, para después
darle sentido a medida que esa vida crece.
Y para mí es más que suficiente haber participado de manera secundaria
en la creación de mis hijos. No necesito más, porque sólo hay algo más
importante que ser padre: ser madre, notar como esa vida creada nace en su
interior… Por razones obvias, nunca conseguiré llegar a ser madre, así que todo
lo que mi naturaleza me permitía conseguir ya lo he alcanzado…
Ahora, ya sólo me
queda disfrutar de ello día a día…

16 de enero de 2017
Hombres, Mujeres y compañía... IV
Seguimos analizando las
diferentes maneras, con las que Hombres y Mujeres afrontan diferentes
actividades cotidianas. Como siempre, lo haremos con carácter general y
sabiendo que siempre hay excepciones excepcionales…
Existe la creencia
popular, de que los Hombres no pueden
hacer dos cosas a la vez. Sin embargo, los machos humanos, no sólo pueden hacer
dos cosas a la vez, si no que pueden hacer varias cosas más a la vez, y
equipararse de esa manera a las mujeres. Las hembras humanas ya sabemos todos
que son perfectamente capaces de combinar varias actividades a la vez con total
éxito, pero los hombres, bastante más incapaces, sólo son capaces de hacerlo… mientras
duermen.
Sí, ya sé que es un
hallazgo sorprendente, pero el hombre, es perfectamente capaz de simultanear
varias actividades al mismo tiempo que duermen, como por ejemplo, roncar,
toser, caerse de la cama… e incluso soñar o hablar en sueños, y todo al mismo
tiempo. Cierto es que las mujeres, no sólo pueden hacerlo también, sino que
también lo hacen, así que en ese sentido no nos diferenciamos en nada los unos
de las otras. Incluso ambos géneros suelen dormir con los ojos cerrados.
Ahora bien, en lo que se
refiere a movilidad, el hombre tiene una dificultad añadida que superar, ya que
la mujer suele pegarse a él cual mochila dominguera entorpeciendo enormemente
sus posibles movimientos. La mujer, aparte de dormir, roncar, soñar y todo lo
que se le ocurra, es capaz también de reptar por la cama hasta pegarse al
hombre.
Da igual que éste se
encuentre en el centro de la cama o, como se suele decir, en el larguero de la
misma, la mujer siempre será capaz de
encontrar la manera de pegarse a él, ya sea con la intención de utilizarle como
estufa, ya sea para que no se le escape…
o vaya usted a saber con qué noble intención, pero siempre consigue su
propósito de atenazarle con brazos y piernas. Lo cual a veces provoca que el
hombre haga una de las actividades que puede hacer mientras duerme: intentar separarse… y caerse de la cama.
Mi experiencia personal,
me ha llevado a cuestionarme seriamente, si las mujeres antes de meterse a la
cama, aparte de desmaquillarse en el baño y otros menesteres femeninos, no se
van también a la cocina a meter los pies un rato en la nevera. Porque me parece
increíble que, alguien que ha estado con calcetines de invierno puestos, justo
hasta el momento de meterse a la cama, los tenga más fríos que Juanito
Oyarzábal en cualquiera de sus aventuras en el Everest, mientras que uno, que
ha llevado unos calcetines similares y durante el mismo tiempo, los tiene
calientes. O mejor dicho, los tenía calientes, porque en cuestión de tres
nanosegundos están tan fríos que empiezas a temer que posiblemente la noche
acabe con la amputación de algún dedo congelado…
En fin, si usted es
hombre, sepa que por muy grande que sea la cama y por mucha manta térmica que
ponga, siempre notará algo en su espalda y el frío polar adueñándose de sus
calientes pies…
11 de enero de 2017
Escaleras
A veces me paro a pensar.
Lo hago con disimulo, pocas, la verdad, porque la mayoría de las veces desvarío
o divago. No, no le estoy diciendo que diga “vago”, me refiero a divago del
verbo divagar, que no tiene nada que ver con el verbo vaguear. Bueno es posible
que sí tenga que ver, ya que muchos
vagos tienen mucho tiempo libre y… divagan. En fin, que me estoy yendo por las
ramas y voy a terminar cayéndome del árbol.
Como iba diciendo, a
veces me paro a pensar, desvariar o divagar. No quiero decir que vaya andando y
me pare, no, dejo lo que estoy haciendo y me paro a pensar, como hombre que
soy, no puedo hacer dos cosas a la vez. Y hoy me ha dado por desvariar acerca de una
cuestión trascendental: ¿Se ha parado usted alguna vez a pensar, la cantidad de
veces que ha subido por las escaleras de su casa? Yo sí. No me pregunte porqué,
pero lo he hecho.
Sí, sé que es raro. Y no sólo es raro el hecho de pararme a
pensar en cuántas veces he subido por las escaleras de mi casa, sino que
también es raro el hecho de pararme a pensar. Y esta vez no me he conformado
con eso, sino que además, también me he parado a pensar en las veces que las he
bajado. Y he llegado a la conclusión de que son las mismas. No sólo son las
mismas escaleras, sino que además las he subido las mismas veces que las he
bajado. Es decir, muchas. Demasiadas. Sin importar si lo he hecho deprisa o
despacio, aunque seguramente las baje más rápido de lo que las subo.
Y he llegado a esa conclusión yo solito,
porque si empleamos sólo un poco de lógica, siempre que subimos unas escaleras,
tarde o temprano las volvemos a bajar. Salvo que no vuelva usted a salir de
casa, lo cual me parece algo bastante improbable, y por mucho que ahora se
pueda comprar de casi todo sin salir de casa, siempre habrá algún motivo para
que vuelva a convertirse en peatón…
Posiblemente, me dirá que
usted vive en un tercer piso con ascensor. En ese caso usted no sólo no cuenta
y queda excluido del juego, sino que además estoy completamente seguro de que
habrá bajado las escaleras bastantes más veces de las que las ha subido.
¿Cierto o no?... Lo suponía. Pero los que vivimos en una casa de pueblo, de las
de toda la vida, de las que eran el único tipo de vivienda hasta que a alguien se le ocurrió
amontonar pisos unos encima de otros, y además dicha casa es una casa con dos
plantas y buhardilla, tenemos la costumbre de subir siempre andando por las
escaleras. Y también las bajamos andando, más que nada, porque no tenemos
ascensor.
Posiblemente, me dirá que
hay gente que, viviendo en una casa como la mía, si que tiene ascensor… Cierto,
algunos casos hay y no voy a negar la evidencia. Pero no me negará, que dicha
gente, es gente asquerosamente rica. O escandalosamente rica, llámelo como
quiera. Y además, asquerosamente vaga. O escandalosamente vaga. Y yo no soy
escandalosamente vago. Un poco quizás sí, eso dice mi mujer, pero no soy
escandalosamente vago. Tampoco asquerosamente vago. Ni tampoco soy
asquerosamente rico. Ni escandalosamente rico. Bueno, es posible y sólo
posible, que esté rico de sabor, pero vaya usted a saber, nunca me ha dado por
probarme y… ¡OIGA!... pero… ¿QUÉ HACE?... ¡no me muerda cacho animal!, que sólo
tengo dos brazos, y además sólo tengo uno derecho…
En fin, suba las veces
que suba las escaleras, y las baje las veces que las baje, hágalo con
cuidado no vaya a caerse, piense en la cantidad de veces que le quedan por
subirlas… o bajarlas.
8 de enero de 2017
El Vídeo del Domingo
Hoy dedicaré esta sección a mis amigos de Numabela.
Un grupo, que poco a poco, va cumpliendo sueños a base de esfuerzo y trabajo. Su álbum "Libertad en construcción" es para enmarcar. El vídeo de hoy presenta a la canción que da título al disco y si no lo habéis visto ni escuchado en los 40 principales, es básicamente porque para que dicha cadena te haga caso, hay que tener un padrino que vaya abriendo paso a base de pasta gansa....
Con la colaboración de Jesús Cifuentes (Celtas Cortos), y rodeados de paisajes cántabros, Folk and Roll puro, ahí lo tenéis para disfrutarlo...

5 de enero de 2017
Dichos
Existen dichos que son bastante curiosos.
Y no son curiosos porque tengan curiosidad, sino porque
consiguen despertar la curiosidad de uno. O de dos. O de mucha gente, vaya
usted a saber. También puede darse el caso de que esos dichos sean curiosos, es
posible, pero ese es un dato que carece de importancia. O si lo prefiere, que
su importancia es relativa. Bastante relativa diría yo, si tenemos en cuenta
que de lo que vamos a hablar es de la curiosidad que esos dichos despiertan en
uno. O en dos, o en mucha gente, vamos…
Como por ejemplo, el dicho “empezar el año con buen pie…”. Qué quiere que le
diga, pero yo, que a mis taytantos aún desconozco si tengo un buen pie o un mal
pie, o un buen pie y un mal pie, siempre he procurado empezar el año con los
dos pies y a poder ser cada uno en su sitio. Sé que tengo dos pies porque
también tengo ojos y puedo verlos cada vez que miro hacia abajo, y que, al
menos aparentemente, uno está situado al final de la pierna derecha y el otro
al final de la pierna izquierda, pero no sabría decirle si los dos son igual de
buenos… o igualmente malos. Que ambos
huelen igual de mal… o bien, porque la cualidad del olor también es relativa…
Ambos son de los que dejan huella y qué quiere que le diga, son míos y los
quiero a ambos por igual, de la misma manera que un padre quiere a sus dos
hijos por igual…
Además, tengo la mala costumbre de ser despistado. O
bastante despistado, por lo que nunca he podido llegar a percibir si uno de
ellos es más gamberrete que el otro. Si así fuera, el otro, el supuestamente
bueno, nunca se ha chivado de su homólogo, en cuyo caso sería totalmente
cómplice de las fechorías del malo y, bueno, eso no dice demasiado en su favor…
Claro que, también podría darse el caso de que el pie bueno, fuera cual fuese
de ellos, también tuviera la mala costumbre de ser tan despistado como yo… y no
enterarse de dichas fechorías. Vaya usted a saber, el caso es que se me antoja
bastante difícil, por no decir imposible, saber cuál de los dos es el bueno. O
si lo prefiere, cuál de los dos es mejor que el otro…
También despierta la curiosidad de uno, o de dos… o de mucha
gente, el mundialmente conocido dicho “renovarse o morir”…, dicho que, todo sea dicho de paso, se suele pronunciar cada vez que se empieza una etapa nueva... o un año nuevo. Yo no soy muy listo.
De hecho no crea que sea ni siquiera simplemente listo, pero tendría que ser
muy tonto para, de entre esas dos opciones elegir la segunda. Y yo no soy muy
tonto. Ni siquiera soy simplemente tonto, así que tal y como puede suponer,
elegiría la primera: “renovarse”, o más exactamente, renovarme. Renovarse lo
hará usted, si es que ha elegido renovarse, si no… qué tonto es usted. O si lo
prefiere, qué pocas ganas de vivir tiene… Pero yo, que como ya he dicho antes,
aunque soy despistado no soy tonto y ni mucho menos muy tonto, he elegido
renovarme.
Renovarse exteriormente no es difícil. Es más, diría que es
una tarea que resulta incluso fácil, basta una mano de pintura para tener una
imagen completamente diferente. Ahora bien, interiormente va a ser un poco más
complicado, y salvo transfusión de sangre con lobotomía incluida, lo cual va a
ser bastante complicado teniendo en cuenta los recortes en sanidad, y
descartando la sanidad privada porque, no sé si se lo habré comentado alguna
vez, pero también tengo la mala costumbre de ser pobre, creo que voy a seguir
tal y como estaba antes de renovarme. Y para corroborarlo, basta con leer la
cantidad de estupideces que sigo escribiendo…
28 de diciembre de 2016
!A LA MIERDA!
No, no se me
había olvidado escribir… Y no, tampoco se me había olvidado que tenía un blog
de humor, en el que intentar juntar palabras con más o menos acierto. O un blog
que intenta ser de humor, ya sabemos todos que, el humor, como todo en la vida,
es relativo, y lo que a unos les divierte, a otros no les hace ni pizca de
gracia…
Se preguntará entonces,
por qué si no lo había olvidado, no he escrito nada en los últimos meses. Y si
no se lo pregunta, no se preocupe, se lo voy a contar igualmente, se ponga como
se ponga, porque a diferencia de Paco Umbral, yo no he venido aquí a hablar de
mi libro, sino de porqué no he escrito nada últimamente.
Para escribir en
un blog de humor, o en un blog que intenta ser de humor, hace falta,
básicamente, tener humor. O sentido del humor, llámelo como quiera. Y yo perdí
el sentido allá a mediados de Mayo por culpa de varios sucesos que se dieron en
mi vida y que se extendieron hasta finales de Octubre. Sucesos que se
presentaron sin llamar a la puerta y sin que nadie les invitara. No voy a
extenderme en detalles, porque sería demasiado largo (quien esté interesado
puede preguntar por privado), y porque, básicamente, esto es un blog de humor.
O un blog que intenta ser de humor… y dichos sucesos no tienen ni pizca de
gracia.
Todos hemos tenido
alguna vez “el peor año de nuestra vida”, y si usted no lo ha tenido, no se
preocupe, por desgracia lo tendrá. O siendo más optimistas, por suerte lo
tendrá, porque entonces habrá tenido la suerte de seguir vivo para sufrirlo y
contarlo.
Y este ha sido el
mío. Un 2016 que, para colmo, le voy a tener que aguantar un día más de lo
normal, ya que como año bisiesto que es… ha tenido 366 días. Y no le soporto
más. Quizás para usted haya sido un buen año, un año de lo más majo, pero como
ser majo también es relativo, yo me reservo mi derecho de que me haya caído
mal, porque me hizo perder el sentido.
Afortunadamente,
no todo lo que se pierde es para siempre, y algunas cosas, las vuelves a
encontrar sin ni siquiera buscarlas. Y yo he vuelto a encontrar el sentido. Más
concretamente el sentido del humor. Otros sentidos que perdí, como el sentido
del ridículo o el sentido del decoro, prefiero no encontrarlos, porque seguro
que de volver a tenerlos me privaría de vivir situaciones que no quiero
perderme…
Gerundeando el
verbo resumir, o si lo prefiere, resumiendo que es gerundio: alguien dijo una
vez “si la vida te da la espalda… tócala el culo”, así que a este año 2016, le
voy a despedir con más gozo y algarabía que nunca, tal y como se merece, con
una patada en el culo y un portazo en las narices, e imitando a Paco Umbral con
un rotundo “A LA MIERDA…”.
8 de mayo de 2016
El vídeo del Domingo.
3 de mayo de 2016
Personaje a exámen.
Capítulo 15.
Albert Einstein.

Se convirtió en
el Físico más conocido y popular del siglo XX (20, para los que no saben
romano), aunque, al menos yo, no sabría decir en qué nacionalidad encasillarle,
ya que, aparte de la pasión por la Física, también tenía una pasión desmedida
en coleccionar nacionalidades. Dicho afán nacionalista, o anti nacionalista
según se mire, le llevó a tener cuatro nacionalidades diferentes.
Fue tal su
extravagancia en ese sentido, que incluso durante cinco años, de 1896 hasta
1901, fue apátrida, es decir, no tuvo nacionalidad alguna… Las malas lenguas
afirman que, dicho baile de nacionalidades, tuvo su origen en su luna de miel,
consistente en un tour por Europa, de esos en los que hoy en día no tienes
tiempo ni para mear, pero que por aquel entonces, por lo que se ve, tenías
tiempo de jurar la constitución de cada país nada más pasar la frontera…
Así, pasó de ser
alemán a ser apátrida, después suizo, seguidamente austríaco, para finalmente
volver a ser alemán. Pero como además de ser todo eso, también era judío, el
jodío tuvo que emigrar a Estados Unidos cuando su compatriota Hitler se lió la
manta a la cabeza, y le dio por perseguir a todo judío viviente. Cuando digo su
compatriota, es porque durante unos años ambos fueron austríacos… y alemanes. Evidentemente
y como no podía ser de otra manera, nada más pisar suelo americano… se
nacionalizó americano.
Pero ya para
entonces, el bueno de Einstein, contaba con una dilatada experiencia en
hallazgos científicos. Su primer trabajo reconocido data de 1901, justo cuando
se convirtió en suizo, y dado que dicho trabajo, fue un estudio científico
sobre la atracción capilar, también fue justo cuando se convirtió en peludo e
inmortalizó para siempre su peculiar peinado. Se desconoce cuáles fueron los
métodos empleados en dicho estudio, pero fuentes anónimas afirman que
consistieron en introducir dos dedos en un enchufe. Vaya usted a saber.
Lo que sí está
claro es que, éste primer estudio científico de la atracción capilar, fue de
largo el estudio más comprensible y mejor aceptado por la comunidad científica
de todos los que realizó Einstein. A partir de ahí, no sé si tendría algo que
ver su final aspecto, empezaron a tomarle por loco. O como el mismo matizó
posteriormente “relativamente loco”. Y le tomaron por más loco aún, ya que
nadie entendía aquello de “relativo” y su extraña teoría de la relatividad…
Os podría contar
más cosas sobre Albert Einstein, pero para eso ya está la Wikipedia…
21 de abril de 2016
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