La noche nos ciega.

La vida nocturna trae consigo que en ocasiones nos veamos envueltos en situaciones no deseadas o, por decirlo de otra manera, en situaciones incómodas. Y no me refiero a que uno esté de pies… Y cuando hablo de vida nocturna, me refiero a la vida desarrollada en clubs de alterne. Quiero decir a clubs de alterne en los que se consume bebidas, no sexo. Aunque bueno, también se puede consumir sexo… pero sin pagar. En definitiva, que ya estoy perdiendo el rumbo yéndome por las ramas: discotecas y locales similares…

Y en una de esas situaciones me vi envuelto en una ocasión. Afortunadamente conseguí desenvolverme sin ni siquiera romper el envoltorio… Pongámonos en situación.

Local lleno de gente que allí ubicada intenta bailar o cuando menos seguir dificultosamente el ritmo de la ¿música?, que suena a un volumen poco recomendable para la salud de los oídos de los allí presentes… Unos que intentan ligar con unas y unas que intentan ligar con otros… Hasta ahora nada fuera de lo normal. Como tampoco es nada fuera de lo normal que se te acerquen y te pregunten: ¿Tienes un cigarro… rubio? A fin de cuentas es una de las frases más recurridas para iniciar un flirteo…

La pregunta llena de dudas mi cabeza. Querrá saber si tengo un cigarro rubio…, o habrá querido preguntar si tengo un cigarro y después me habrá llamado rubio… Para no alargar la situación saco un cigarro rubio que es aceptado de inmediato, aunque me quedo con la duda de si me habrá llamado rubio o no. Y claro, como la cosa no podía terminar ahí, llega la pregunta que siempre sigue a esa primera pregunta: ¿Tienes fuego?... Asiento y cedo mi encendedor para que el cigarro no pierda su utilidad…

Tras encender el cigarro y echarme el humo en la cara me suelta lo siguiente: “Te pareces a….” Y yo pregunté: “¿Que me parezco a quién?”... No en tono de incredulidad, sino de no haber oído nada (maldita música…). Y me vuelve a decir, esta vez pegando su boca a mi oreja: “Te pareces a Brad Pitt”… Vuelvo a preguntar: “¿Que me parezco a quién?” Sí, esta vez en tono de incredulidad (creo que me parezco a Brad Pitt únicamente en el acto de respirar, y digo creo porque no estoy seguro de que ni siquiera nos parezcamos en eso…). En ese momento despejé la duda sobre si me habría llamado rubio: no sólo no veía mi cara sino que además era imposible que pudiera ver el poco pelo que tengo… ni mucho menos podía verlo siendo yo rubio…. Sabe Dios lo que habría bebido. O lo que habría fumado. O las dos cosas. O más cosas.

Al ver mi cara de perplejidad continúa: “¿No te lo han dicho nunca?”… A lo cual yo contesto: “¿Y a ti nunca te han dicho que necesitas gafas?”… Pueden llamarme borde si quieren. En circunstancias normales me sentiría halagado tirando a muy halagado por tal afirmación, pero eso es muy relativo. Estaría halagado si tal afirmación proviniera de un monumento de mujer, relativamente halagado si viniera de una mujer normalita, y relativamente incómodo si tal afirmación viniera de un hombre. Y nada cómodo si ese hombre tuviera barba… Sí, han acertado, era hombre y tenía barba…

Debo decir, antes de que el colectivo gay me incinere, que respeto enormemente a dicho colectivo, pero tengo la mala costumbre de que me gustan las mujeres. Única y exclusivamente las mujeres. Y además mucho. Y me da igual que me reprochen que desprecie la posibilidad de disfrutar con media humanidad (aunque tal afirmación sería errónea, ya que afortunadamente hay muchísimas más mujeres que hombres, así que sólo ignoraría a un tercio…más o menos).

Pero les puedo asegurar que nunca lo probaré, soy así de terco, soy Tauro. Sobre todo porque no quiero arriesgarme a descubrir que podría haber perdido 40 años a lo tonto. 20 intentando gustar a las mujeres y otros 20 viviendo con una sola de ellas. Como dice un amigo mío, yo sólo actúo cara a cara o resoplando nucas, pero nunca mordiendo almohadas…

Bueno, es posible que si me parezca un poquito a "éste" Brad Pitt.