8 de octubre de 2013

Wiskypedia.

Capítulo 4. El Condón.

A estas alturas y en los tiempos que corren, todo el mundo sabe lo que es un condón.

Y no sólo eso, si no que además, es algo que prácticamente todo el mundo ha usado alguna vez, así que no voy a perder el tiempo en intentar explicar lo que es… ni mucho menos cómo se debe utilizar. Para eso están los prospectos, así que léalo si es que aún no tiene experiencia en el tema. Pero sí puedo abrirle los ojos acerca de la procedencia de su denominación, o lo que es lo mismo, porqué demonios se le llamó Condón a dicho artilugio.

Dicha palabreja, proviene de un pequeño pueblo de Inglaterra  (no me pregunten el nombre porque no tengo ni la más remota idea). Una lugareña de aquel pueblo, fue madre de un hijo como tantas otras madres, no es que fuera una madre especial, pero sí lo fue su hijo, y a medida que éste iba creciendo, su madre se percató de que era un niño un tanto excepcional. Y no por un motivo concreto, si no que en general, era excepcional.

Y ella le decía a todo el mundo, que su hijo tenía un don. No sabía cuál, pero tenía un don. Y los demás lugareños del pueblo, empezaron a llamar a su hijo “el con don”, porque era un niño con don. Y nadie sabía cual era ese don, pero por no llevarle la contraria a su madre, reconocían el don momentáneamente.

Y dicho don, permaneció oculto a la percepción de todo el mundo, incluido el propio niño, hasta que prácticamente llegó a la mayoría de edad. Y su don empezó poco a poco a descubrirse. Más bien quiénes fueron descubriéndolo, fueron las lugareñas del pueblo, que por alguna extraña razón, se trasladaban las unas a las otras, lo bien que se lo pasaban con “el con don”, vamos, que en el arte de follar, efectivamente el chico tenía un don, y éste, empezó a frecuentar con relativa frecuencia un pajar y otro también. Con pajas y sin ellas.

Su padre, que rápidamente se enteró de la fama del hijo y de su don, más que nada, porque algunas lugareñas, le despreciaron y echaron en cara que no tenía nada que hacer en comparación con su hijo “el con don”, decidió apartarlo de circulación, para preservar su reputación. Y también la de su hijo, por supuesto.

El acto de preservar a su hijo, tuvo como consecuencia inmediata, que a él, al padre, le empezaran a llamar “el preservativo”. Las lugareñas, por supuesto. Los lugareños no tenían ni pajolera idea de lo que pasaba en sus pajares, ni primero con “el preservativo”, ni después con “el con don”, ni después otra vez con “el preservativo”.

El caso es que, ninguna de aquellas lugareñas cayó nunca embarazada. Resultó ser, según se supo después, que tanto el hijo como el padre eran estériles, el uno de nacimiento, y el otro por una patada de su yegua en los genitales hacía ya algunos años. Por ese motivo, todas las lugareñas del pueblo, y posteriormente de todo el mundo, sabían que si follaban con “el con don” y/o con “el preservativo”… no corrían el riesgo de caer embarazadas.


Podría contaros más cosas sobre el origen del condón, pero para eso… ya está la Wikipedia.



1 de octubre de 2013

Pesado.

Como todos los años por estas fechas, voy a ponerme pesado.

Lo sé, ponerse pesado es una mala costumbre, y además, es de pesados. Pero voy a hacerlo, voy a ponerme pesado quiero decir, porque tengo derecho a ello y porque me ampara la constitución. Lo dice el artículo… vamos, un artículo, en uno de sus párrafos de manera bastante explícita: “Cualquier ciudadano, sea o no español, mientras resida en suelo español, y siempre que lo crea conveniente, podrá ponerse todo lo pesado que quiera, siempre y cuando el ejercer el derecho a ponerse pesado, no suponga ni acarree daños morales o físicos a todo aquel que sea objeto de la pesadez del pesado”.

Así de clara es la constitución española, y con tales premisas, me reitero y vuelvo a ser pesado en mi intención de ser pesado, como todos los años por estas fechas. ¿Y qué tienen estas fechas de especial, para que yo tenga la mala costumbre de ponerme pesado?...  Mire en la parte superior de la columna de la derecha de este mismo blog, y ahí tendrá la respuesta a tan audaz pregunta.

Sí. Otro año más, vuelven los premios Bitácoras, por si no se había enterado aún, cosa que dudo, porque aunque no se lo crea, hay muchos más blogueros que también tienen la mala costumbre de ponerse pesados. Y si lo hacen, es porque, al igual que a mi, también les ampara la constitución.

Pero claro, los demás les pedirán que les voten a ellos, no les van a pedir que me voten a mí. Eso ya lo hago yo, que para eso soy un pesado. Ahora bien, si les piden que me voten a mi, háganles caso, que, aunque sean pesados, saben muy bien lo que dicen. Así que, si les gusta este blog, vótenme. Y si no les gusta, o les parezco pesado, cosa que no me extrañaría en absoluto, no me voten. Voten a otro que si les guste, aunque les parezca pesado.

¿Qué cómo se vota? Para los nuevos en estas lides, y para aquellos a quienes se les ha olvidado como se votaba el año pasado, sólo tienen que pinchar en el logotipo que ha visto antes en la parte superior de la columna derecha, les aparecerá la página de Bitácoras.com, la cual, les pedirá que se validen en el sistema mediante su cuenta en Bitácoras. Si no tiene cuenta en Bitácoras, no se preocupe, porque también puede hacerlo mediante su cuenta de Facebook o mediante su cuenta de Twitter. Si tiene las tres, podrá votar tres veces, como tres usuarios distintos. Tras validarse en el sistema, les aparecerá una página con las diferentes categorías en las que se puede votar. En la categoría de Humor, verá que aparece ya impresionada la dirección url de éste blog. Usted no tiene que añadir nada si no quiere, pero verá que cada categoría tiene espacio para especificar cinco blogs diferentes. Añada los que quiera y después vaya a la parte inferior de la página y vote, clicando en el botón que pone “Votar”.

Es así de sencillo, y si no vota es porque no le da la gana… o porque le parezco un pesado.



Pd.: Nuevo mes… nueva chica del mes.

Pd.2:   VÓTEME!!!!!  Por caridad… o por pesado, como quiera.