30 de agosto de 2010

¿Inteligencia superior? II

Continúo el hilo de la anterior entrada del mismo título pero sin los dos palitos, porque es un carrete que da para mucho.

La incapacidad para aprender de los errores, o en su defecto, la no utilización de los conocimientos adquiridos, lo cual no sé qué es peor, ya está expuesta en dicha entrada, pero son muchas más las razones que demuestran que la supuesta superioridad intelectual del Hombre sobre el resto de especies animales es sólo eso… supuesta, porque la realidad nos demuestra lo contrario.

En un mundo, donde actuar con racionalidad se me antoja un requisito fundamental para la supervivencia, el Hombre demuestra continuamente darle la espalda a cualquier raciocinio, actuando en muchas ocasiones con un marcado carácter destructivo, e incluso autodestructivo. Acciones que ponen en entredicho nuestra intención por subsistir y alejarnos de la extinción de nuestra especie, de la que sólo nos salvamos por ser una especie muy numerosa. Hablo en general, porque no todos los individuos poseen ese carácter destructivo, pero son demasiados quienes lo llevan en sus genes, como para pensar que carece de importancia.

La única razón que se me ocurre para justificar el despropósito humano en relación con el resto de especies, es la complejidad de su mente en comparación con la simplicidad de la mente animal. Podemos suponer que cuanto más complejo es algo, más posibilidades hay de que falle alguno de sus mecanismos, y más fácil es que el sujeto desvaríe hacia actitudes incontrolables. La sencillez de la mente animal, provoca que sus actos sean bastante más previsibles que los de un humano, cuya mente puede tener en cualquier momento una fuga por cualquiera de sus múltiples resquicios, provocando una manera de actuar tremendamente variable y completamente imprevisible según el sujeto a quien tengamos delante.

Somos una de las pocas especies, que utiliza la violencia para fines banales. Nada que ver con casi todas las demás especies animales, que sólo la utilizan para alcanzar fines tan nobles como la supervivencia ó conseguir una hembra con la que aparearse, lo cual también tiene que ver con la supervivencia. Los animales, sólo se mueven por instinto, o lo que se conoce como instinto animal, son fieles a su naturaleza y no le dan la espalda, pero tienen la suficiente nobleza como para actuar todos de la misma forma, a pecho descubierto y de frente, y sólo ponen en peligro a aquellos miembros de su comunidad, que a su vez, representan un peligro para ellos mismos. Me resulta bastante complicado imaginarme a un animal matando vilmente a otros miembros de su especie por capricho, o porque le dio un ataque de locura transitoria. No, su mente no es tan compleja como para patinar de esa manera. La simplicidad de su mente hace que sea más difícil que ésta falle y provoque comportamientos incontrolados e imprevisibles.

La evolución del Hombre, sin embargo, ha desarrollado su cerebro con una mayor complejidad, y gracias a ello se permite la licencia de “pensar” en cosas que a los animales nunca se les ocurriría. Ello nos ha permitido alcanzar una serie de capacidades que están fuera del alcance del resto de especies. Entre tales capacidades, está quizás la más importante, la capacidad de razonar, muy útil cuando se trata de progresar con un buen fin, pero que puede ser desastrosa cuando no se usa de una manera lógica. Son muchos los ejemplares de nuestra especie, que razonan basándose en vaya usted a saber en qué principios, lo cual provoca que sus actos sean en muchas ocasiones incomprensibles para cualquiera que razone medianamente.

Esas capacidades desarrolladas, han traído consigo una serie de cualidades tales como la avaricia, la ira y en definitiva la maldad. Cualidades estas, que es difícil encontrar en otra especie animal. Lo que es curioso es que si encontremos en otras especies las cualidades contrarias, es decir, la generosidad y la bondad, sin que su mente haya sufrido una evolución significativa. Eso significa que el progreso no siempre va en una buena dirección y todo depende de las manos en las que caiga dicho progreso. Dicen que todos esos actos irracionales son producto de desequilibrios mentales, pero nunca se ha visto a un desequilibrado regalando dinero o repartiendo cariño…

¿Deberíamos pensar que, de haber tenido una mente menos compleja, ahora estaríamos mejor? No, tampoco creo que sea eso, pero es una pena que esa rama de nuestra mente llegue a desvariar de una manera tan dañina.


26 de agosto de 2010

Un lugar diferente.

Existe la remota posibilidad, de que si usted ha visto en la anterior entrada mi foto al lado de Supermán, se haya preguntado en qué recóndito lugar he pasado mis vacaciones. ¿No? Desde luego…, vale que no sea cotilla, pero podría tener algo de inquietud… De todas formas se lo voy a explicar, no vaya a ser que en el fondo si le interese y se quede con una idea errónea sobre el tema.

Aunque lo pueda parecer, el lugar en cuestión no es Kriptón. Y no porque no me habría gustado ir, pero entre nosotros: ¿se ha fijado en el vestuario que usan en ese lugar? Demasiado ajustado para mí, por no hablar del tiempo que necesitaría para ir hasta allí. Dudo mucho que mi modesto vehículo pueda siquiera despegar… Ni tampoco he estado en Metrópolis, más que nada porque no sé dónde está… En fin, cualquier otra hipótesis similar que se le haya ocurrido puede ir desechándola, y no porque no sea posible, pero para qué va a perder el tiempo si se lo puedo decir yo…

Se trata del Parque Warner en Madrid. Un lugar en el que puedes hacer muchas cosas además de pasar calor y gastar dinero. Como por ejemplo, quedarte sin bocadillo y demás viandas que iban a ser tu comida, tras pasar el pertinente control antes de entrar al parque. Es ahí donde te das cuenta de que además de pasar calor vas a gastar más dinero de lo que pensabas… y no tiene remedio, porque o pagas, o te haces unos kilómetros de ida y vuelta al lugar más cercano para… terminar pagando una comida más gasolina. Claro, usted me dirá “haber dejado los bocadillos en el coche…”, y tiene razón, pero… ¿quién se come un bocadillo en un coche que lleva cinco horas al sol sin una sombra en tres kilómetros a la redonda? Así que me comí un plato de albóndigas con patatas al módico precio de 7 euros, lo que comió el resto de la familia prefiero no recordarlo porque me pongo de muy mal humor (otro de los manjares fue un “exquisito” plato de macarrones…, si, también a 7 euros…), eso sí, todo ello al cobijo de una buena sombra.

Pero no sólo en comida te gastas el dinero, porque con la cantidad de tiendas de recuerdos de todos los personajes Warner que hay, a ver quién es el guapo que le dice un niño encaprichado con el muñeco de Batman que no se lo compra, sobre todo cuando está viendo que otros niños son tan felices con él en la mano. También hay un montón de puestos de bebidas, tan oportunos cuando hace tanto calor. He llegado a pensar que no plantan árboles para que no haya sombras y tengas más calor, lo que produce más sed y por consiguiente te gastes el dinero en bebidas a razón de una cada media hora…

Pero no todo es tan negativo, hay cosas buenas, como por ejemplo que todas las atracciones son gratis, más que nada porque ya has pagado la entrada, y al menos no tienes que llevar siempre la cartera a mano…, y claro, como todo aquello que es gratis, había una cola enorme para llegar hasta ello. Había cola hasta para subirse en el tiovivo… Acabé por pensar que la gente no proviene del mono, si no del parque Warner, porque había más gente que donde la fabrican…

Y además de gente, había montañas rusas, un montón para ser más exactos. Pero no sé porqué las llaman así, porque ni son montañas, ni son rusas, vamos, que no son los Urales precisamente, pero si quiere saber qué se experimenta al subirse a una de ellas, será mejor que haga la prueba porque yo hice pleno, es decir, no me subí en ninguna de ellas. Raro ¿verdad?, qué se esperaba, yo soy raro, raro… y me gusta estar cerquita del suelo y si es en posición vertical mejor. Bueno, en posición horizontal también. Pero me subí en el tiovivo encima del correcaminos, el único lugar donde el coyote va a la misma velocidad que el extraño bípedo en el que yo iba montado, y la verdad, a mi no me parece que éste corra tanto…

Lo mejor del parque, es una atracción en la que vas subido en una barca provista de pistolas de agua para mojar al resto de la gente, y en la que pasas bajo chorros de agua mojándote hasta la ropa interior. Nada extraordinario me dirá… Todo lo contrario, lo bueno de esa atracción no es subirse en ella, si no esperar a la salida y ver un auténtico desfile de camisetas mojadas… No, no piense mal, yo estaba allí porque alguien tenía que cuidar las mochilas y la silla de los niños, en realidad hice un gran sacrificio quedándome allí solito el tiempo que duró la participación de mi gente en dicha atracción, nada que ver con el disfrute propio… También puedes ver a unos cuantos ninjas corriendo detrás de Batman para apalearle con un éxito desastroso, en un espectáculo de acrobacias y explosiones digno de Spielberg. Eso me gustó, sobre todo porque en la grada había un aparato que pulverizaba agua refrescando al personal.

En fin, toda una experiencia de dos días. Porque no sé si lo saben, pero ahora te regalan la entrada para el segundo día…, no me extraña, con la cantidad de dinero que dejas allí les compensa regalarte hasta la entrada del tercer día… Pero en contra de lo que pueda parecer por todo lo que he escrito, si lo visitan se lo pasarán bien, sólo hay que tomárselo con humor, llevar la cartera (a poder ser llena y rebosante), y ser consciente de que un parque temático… siempre es un parque temático.


24 de agosto de 2010

Depresión post-vacacional

Sí señor, sí.


Da igual que viva usted en Wisconsin o en Helsinki. Volver a trabajar después de un período vacacional, es uno de los motivos más nobles que existen para caer en una depresión, o cualquier otra cosa que se le parezca (salvo que sea usted chino, en ese caso, seguramente se pase los dos únicos días de sus vacaciones deseando que llegue el momento de volver a trabajar…).

El cambio que sufrimos en la transición vaguear-currar, puede llegar a ser traumático si uno no está debidamente mentalizado para llevar a cabo dicha transición. ¿Y cómo hacerlo?, me preguntará con cara de interrogante, pero… qué quiere que le diga, no tengo ni la más remota idea. ¿Se cree que si lo supiera estaría yo ahora con esta depresión, o como quiera llamarlo? No, si lo supiera estaría tan feliz como un chino (como un chino que estuviera trabajando, no como un chino que estuviera de vacaciones).

Y es que, pasar de estar durante un tiempo determinado haciendo lo que uno realmente quiere, a verse privado de toda esa libertad y enfrentarse de nuevo a la rutina diaria, tiene su miga. Si, está claro que incluso antes de empezar el período vacacional ya sabíamos cuando iba a terminar, porque las vacaciones, como casi todo en la vida, son efímeras, pero… siempre acaban en el momento más inoportuno, cuando uno más lo está disfrutando. A mi cuando alguien me pregunta: “¿Qué tal las vacaciones?”, nunca se me ocurre otra respuesta que no sea: cortas. Porque eso es lo que de verdad duele, que sean tan cortas, si duraran cuatro ó cinco meses seguramente acabaría pidiendo a gritos volver a trabajar (incluso hasta podría pasar por un chino cualquiera).

Pero son tan cortas, que nunca nos da tiempo a hacer todo lo que teníamos pensado. A mí por ejemplo, en estas que acabo de disfrutar, por más intentos que he hecho para encontrar un hueco, no me ha dado tiempo a pintar la casa. Tampoco a instalar un par de lámparas, las pobres llevan esperando incómodamente en su caja un par de años a que mis vacaciones sean un poco más largas y tenga tiempo para ellas. Sí, se estará preguntando que porqué no lo hago cualquier fin de semana, pero entonces… ¿me quiere explicar para qué coño son las vacaciones? ¿Cómo dice? No, mire usted, perdone que discrepe pero las vacaciones no son para disfrutar, las vacaciones son para intentar hacer todo lo que se le ocurre a nuestra santa esposa, empeñada en que seamos unos maestros del bricolaje aunque no sepamos ni lo que es un alicate ni seamos chinos… porque lo que para unos es un pasatiempo tan ameno que pueden hacer con los ojos cerrados, para otros es un deporte de riesgo.

Pero a parte de ser cortas, las vacaciones también son cansadas. Quien diga lo contrario miente. En realidad necesitaríamos de unas vacaciones para recuperarnos de las vacaciones, aunque seguramente, en vez de descansar, acabaríamos pintando la casa. En realidad, el ser conscientes de que en vacaciones hemos hecho de todo menos descansar, es otro motivo más que alimenta la depresión, porque yo, además de no ser chino, tampoco soy Supermán. 


No es que Supermán sea muy alto, es que yo soy bajito...

Al menos tras estas vacaciones, me queda el consuelo de poder decir que estuve cerca de él…



Pd.: No tengo absolutamente nada en contra de los chinos, estoy seguro de que son buena gente y además muy trabajadores…

6 de agosto de 2010

¿Inteligencia superior?

El Hombre, y me refiero al Hombre como especie, englobando en ello tanto al género masculino, como al género femenino, es un ser sorprendente. No lo voy a descubrir ahora, líbreme Dios, todo el mundo lo sabe. Cientos de científicos en todo el mundo, llevan qué se yo cuántos años investigando, todas las sorprendentes acciones, que nuestras ilimitadas posibilidades son capaces de generar. Es algo demasiado complejo como para que alguien como yo, que hasta hace poco, pensaba que la Penicilina era ese líquido blanco que sale del pene, sea capaz de comprenderlo de buenas a primeras…

Pero mi incapacidad para entenderlo no me impide de vez en cuando reflexionar sobre ello, más o menos profundamente, lo cual, normalmente me suele dejar igual que estaba antes de empezar a reflexionar. Se podría pensar que reflexionar por reflexionar es tontería, y que además cansa. Pero yo no pienso así, creo que es una absoluta pérdida de tiempo. Pero lo seguimos haciendo, una y otra vez porque… no tenemos nada mejor que hacer, y puestos a perder el tiempo, ¿porqué no hacerlo reflexionando?

Mi última reflexión, fue una vez que flexioné dos veces, y me quedé completamente reflexionado… (lo siento, todos hacemos de vez en cuando algún chiste fácil). Bueno, como iba diciendo reflexioné… y no fue sobre cualquier cosa, no. Me dio por reflexionar sobre la supuesta y pregonada supremacía de la inteligencia humana, por encima de la inteligencia del resto de especies animales que pueblan este planeta. Compararnos con la inteligencia de otros planetas no nos atrevemos, más que nada, porque aún está por demostrar que haya inteligencia fuera de nuestro planeta, pero en el caso de haberla, seguro que algún lumbreras se empeñaría en demostrar que sería inferior a la nuestra.

La inteligencia la podemos definir como “la capacidad para entender y comprender” ó “la capacidad para resolver problemas”… Pues bien, según esas definiciones, me parece un poco, o mejor dicho, demasiado prepotente por parte del Hombre, afirmar que es la especie animal más inteligente. Es más, yo diría que en ese sentido estamos a la cola, y son un montón de especies las que nos superan a la hora de aprender. El caso es que, nos empeñamos una y otra vez en negar la evidencia. Una evidencia que, como su propio nombre indica, resulta evidente para cualquiera que reflexione un poco.

Un individuo de cualquier especie animal aprende, sobre todo y en teoría, de las experiencias vividas por él mismo, o por las vividas por alguien cercano, y que han sido observadas por ese mismo individuo. Y se ha demostrado que, tras vivir una determinada experiencia traumática, aprende de ella y ante una nueva situación similar, pone en práctica lo que aprendió anteriormente para salir airoso de dicha situación. Pero el Hombre, aunque sufra una mala experiencia, vuelve a hacer lo mismo en situaciones similares a la ya vivida una y otra vez, como si le fuera la vida en ello, lo cual indica que, o bien no aprendió absolutamente nada, o lo que aprendió… lo olvidó rápidamente.

Cuando yo tenía perro en casa, me preguntaba qué pensaría de mi al verme en situaciones parecidas cometiendo siempre los mismos errores, errores que seguramente el no cometería por haberlo aprendido ya la primera vez. Posiblemente me mirara con cara de estupefacción mientras pensaba: “Guau guau”, al mismo tiempo que movería la cabeza en un movimiento de negación… Lógico, yo también pensaría de otro “pero qué tonto, otra vez lo mismo…”.

Sólo unas pocas especies reaccionarían como el Hombre. Pero están en clara desventaja con nosotros porque son especies desmemoriadas, vamos que no tienen memoria ni nada que se le parezca. Nosotros, al menos en teoría si la tenemos, pero por lo que se ve, no debemos tener los suficientes megas, así que… ¿cual es la especie más inteligente? No sabría decirlo, pero si sabría decir cual no lo es.

El que creó la frase “El Hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”, sabía lo que decía, y además, pensaba como yo…

5 de agosto de 2010

Crónicas Chumbescas. Capítulo 6

Bueno, como hace bastante que escribí el anterior capítulo, aconsejo más que nunca leerlo si no quieren sufrir un síndrome de confusionismo agudo… o algo peor.



Higor no se atrevía a levantar la cabeza y mantuvo su cara pegada al suelo. La chica se acercó y temerosa apartó las ramas hacia un lado, descubriendo la curiosa imagen de Higor arrodillado como si estuviera rezando en dirección a la Meca. Entonces, intuyendo que el pobre chaval no debía de ser muy normal, inició el siguiente diálogo:

Chica- Hola, ¿qué haces ahí?

Higor - Cazar ranas… (sin levantar la cabeza).

Chica- ¿Y siempre las cazas mirando para el suelo o es que se ha metido en un agujero?

Higor- No, es que me he tropezado…

Chica- Ah… ¿Y te has quedado con la cabeza bajo tierra?

Higor- ……….

Chica- Si sigues así no voy a poder verte la cara…

Higor- ……….

Chica- Vaya, por lo que veo eres muy poco hablador. Voy a alejarme un poco para no incomodarte y cuando quieras sales y hablamos.

Poco a poco, la chica fue retrocediendo sobre sus pasos hasta llegar a la orilla, donde se sentó nuevamente de espaldas a Higor, quien poco a poco, y al escuchar sus pisadas alejándose fue levantando la cabeza. Tras unos instantes de duda, y tras escupir un poco de tierra y unos gusanos que se le habían metido en la boca, se aventuró a salir de su escondrijo. Se quedó parado al lado del arbusto por si acaso tenía que volver a esconderse… Ella volvió su cara para mirarle y sonriendo le dijo “me llamo Virginia, pero todos me llaman Micaela…”. Higor se la quedó mirando mientras jugueteaba nerviosamente con la costura del borde inferior de su pantalón corto (las había sobado tantas veces que ya casi no tenía costura) y agachando la cabeza dijo “yo me llamo Higor, pero todos me llaman Higor…”.
Ella sonrió y le miró dulcemente, como quien mira a su hermano pequeño a quien están a punto de regañar por cualquier cosa y le dijo extendiéndole la mano “ven… acércate sin miedo…”. Entonces Higor, con una lentitud desesperante, echó un pie hacia delante, después el otro… y a la velocidad del rayo dio media vuelta y echó a correr en dirección opuesta, cayendo al suelo al quinto paso, otra vez al decimo segundo, otra vez al vigésimo tercero, y finalmente al trigésimo primero rodó por una pendiente colindante quedando fuera de la vista de Virginia… o de Micaela, como ustedes quieran…

Jason, que le estaba buscando desde hacía rato, lo vio correr alocadamente, y por supuesto, también le vio tropezar y caerse, así que acudió en su ayuda. Con la respiración entrecortada, Higor le relató con todo detalle en encuentro con Micaela… o con Virginia, como prefieran. Jason, que ya había tenido algún que otro contacto con alguna chica (cuando vivió en la ciudad tenía una vecina con la que se cruzaba de vez en cuando en la escalera…), decidió ir para conocer a la musa de Higor, pero ésta ya se había ido. No volvieron a verla, posiblemente porque debió de pensar que en aquel pueblo pasaba algo extraño que había afectado a sus habitantes, así que emigró a otro estado más lejano lo más rápido que pudo…

Higor se quedó un poco triste, había sido la única persona del sexo opuesto que le había dirigido la palabra (aunque Higor ignoraba hasta ese momento que hubiera otro sexo diferente al suyo), y durante unos días nadie consiguió animarle, ni siquiera su amigo Micky cuando consiguió capturar un escarabajo del tamaño de un ratón que fue añadido a su pequeño zoo.

Sin embargo, el episodio vivido con aquella chica abrió los ojos de nuestros amigos, que descubrieron con entusiasmo que, además de tirarlas piedras, también se podía hablar con las chicas, incluso aunque fueran guapas…

Continuará…