Las vacaciones, además de para vaguear, que para eso se
inventaron, sirven para muchas otras cosas.
Las mías, de momento, me están sirviendo para mucho, y hasta
ahora, he pasado calor, he hecho colas, he metido horas conduciendo, y… he
ingerido comida basura en exceso. Como ven, nada de especial, y que, además, me
dirá usted que todo eso puede suceder sin estar de vacaciones. Cierto, pero da
la casualidad, de que a mí me ha pasado en vacaciones, así que, todo ello se lo
“agradezco” a las vacaciones.
Sin embargo, aparte de todo eso, me ha sucedido una pequeña
anécdota, que ha provocado en mí una pequeña duda que, hasta el momento, no he
sabido resolver. Quizás con su ayuda, me aclare un poco las ideas, y deje de
debatirme, y así, poder decidirme entre recuperar la fe en la raza humana… o
mandarla definitivamente al carajo.
El suceso en sí, que no tiene nada de paranormal, no se me
asuste, consistió en perder, extraviar tontamente, sustracción involuntaria… o
sustracción deliberadamente voluntaria, de una riñonera en el Parque Warner,
más concretamente, mi riñonera. Pongo los cuatro casos, porque realmente no sé
cual fue la razón de que mi riñonera, no se encontrara en el mismo lugar en el
que la dejé colocada, instantes antes de que me sumara a la cola de una de las
atracciones acuáticas. Y puedo asegurar que no la dejé posada en una papelera,
en un banco o… en el suelo, no, la dejé posada en la silla de paseo de mi
sobrino de 8 meses.
El caso es que, cuando salí de la atracción unos tres
cuartos de hora después, y fui a coger la riñonera, ésta, voluntaria o
involuntariamente, había tomado las de Villadiego hacia cualquier destino
desconocido, sabe Dios en compañía de quién…
¿Qué contenía la riñonera? Que yo recuerde portaba en ella:
Un paquete de pañuelos de papel, un pañuelo de papel usado (guardado allí hasta
encontrar una papelera, no piensen mal), un monedero con calderilla, tabaco, un
mechero… Eso es lo que yo recordé en un principio cuando me puse a hacer
balance de las existencias guardadas en la riñonera. Y en principio me
angustié, porque a ver dónde coño compraba yo tabaco. Después, algo después,
caí en la cuenta de que también llevaba en la riñonera, en un bolsillito
interior, un billete de 50 euros… y las llaves del coche. Y me angustié aún más…
Porque podría subsistir sin los 50 euros, y también sin
fumar. Pero sin las llaves del coche y a 400 Km de mi casa… son demasiados como
para ir andando a buscar otro juego de llaves. Durante el camino hasta la
oficina de objetos perdidos, iba mascullando soluciones en la cabeza, pero
todas pasaban por tener que esperar al menos 24 horas para mover el coche, y
eso en el mejor de los casos. Claro que podría haber sido peor, pero
afortunadamente, la cartera con documentación y tarjetas y el móvil, los
llevaba en la mochila de la cámara de fotos que sí había dejado a buen recaudo
colgada en la espalda de mi cuñada…
Con cara de cordero degollado, pregunté en la ventanilla de
objetos perdidos si alguien había entregado una riñonera negra. La empleada que
me atendió, me preguntó si llevaba algún objeto de valor. Le dije que las
llaves y me preguntó la marca de mi coche. Un Renault, le dije, y dándome la
espalda, sacó algo de un pequeño armario y, así de espaldas a mí, vi cómo
investigaba en el interior de aquello que había cogido y que pude percibir que
era negro, durante unos interminables 30 segundos… Finalmente, se dio la vuelta
y preguntando “¿son estas llaves?” me enseñó las llaves de mi coche… Como toda
respuesta, me santigüé mirando al cielo, gesto que la empleada interpretó como
afirmativo, dándome mi riñonera y diciéndome “la ha traído una señora hace 15
minutos”… Felizmente había recuperado la riñonera y todo su contenido… excepto
los 50 euros.
Y es aquí, amigo lector, cuando me asaltó esa duda
existencial. Recuperar la fe en la raza humana o mandarla definitivamente al
carajo.
La recuperaría, si supiera que, quien me sustrajo
voluntariamente la riñonera, quizás alguien necesitado, tomó para sí los 50
euros y devolvió el resto con el propósito de no hacerme una grandísima putada,
ya que se lo podría haber llevado todo o… haberlo tirado en cualquier cubo de
basura. Es el único supuesto en el que recuperaría la fe en la raza humana.
Sin embargo, también es posible, que quien sustrajo la
riñonera y se apropió del dinero, la dejara por ahí tirada y fuera otra persona
quien la entregó en objetos perdidos. En este supuesto habría empate.
O también sería posible, que quién sustrajo la riñonera, no
encontrara el dinero, se deshiciera de ella como pudo, otra persona la
encontrara, la entregara en objetos perdidos sin mirar lo que había dentro… y
que fuera la empleada quien, al revisar el contenido de espaldas a mi… se
quedara con los 50 euros. En ese caso, sí que mandaría la fe en la raza humana
al carajo. O más lejos si se puede.
A ver si alguien puede arrojar algo de luz a mis dudas…