28 de septiembre de 2010

Sexo, sexo, sexo....

No vamos a descubrir ahora, que todo lo relacionado con el sexo despierta incluso la atención de un muerto.

Mires para donde mires, te encuentras de bruces con situaciones que son procesadas por tu mente con un marcado tinte sexual. Vamos, dicho de otra manera, que se nos va el santo al muslo con demasiada facilidad. Incluso hay quien piensa, que el sexo es lo más importante... Pues mire usted, no voy a ser yo quien le lleve la contraria, más que nada porque los hechos demuestran, no sólo que sea lo más importante, si no que además es lo único importante (al menos estarán de acuerdo conmigo en que es una de las pocas cosas, por no decir la única que, en mayor o menor medida, le gusta a todos los mortales..., sobre todo practicarlo, y quien diga lo contrario miente).

Podríamos pensar que somos unos cachondos mentales por tener tales pensamientos, pero nada más lejos de la realidad. El sexo está presente en nuestras mentes hasta el punto de que pensamos en ello unas doscientas veces al día de manera inconsciente (conscientemente creo que el doble), y por si eso fuera poco somos bombardeados a todas horas con mensajes subliminales relacionados con ello. Yo he llegado a la conclusión de la tremenda importancia del sexo en nuestras vidas (y sin necesidad de hacer ningún curso para ello...), guiado por la importancia que parece tener tal cuestión en los medios.

Y no nos engañemos, cuando los medios utilizan algo para captar la atención del espectador o consumidor, es porque es lo suficientemente importante como para estar seguros de que con ello van a conseguir su objetivo... A veces sólo son insinuaciones, pero la mayoría de las veces el contenido mostrado es tan explícito que ni siquiera hace falta utilizar la imaginación para trasladarse a un momento placentero en compañía de... llamémosle “X”, ... ó “Y” si lo prefieren, me es indiferente. Los publicistas saben perfectamente del poder sugestivo que produce en el consumidor un cachito de carne bien enseñado, sobre todo si ese cachito de carne es terso y firme sin arrugas. A veces ni siquiera es necesario que se muestre nada de carne y es suficiente con un simple gesto.

¿Cómo atraer la atención de un posible consumidor de cerveza? ¿Mostrando la imagen de una jarra llena del refrescante líquido? No, mostrando a una señorita espectacular, por supuesto con ropa que a todas luces le queda pequeña, acercando lentamente la jarra a su entreabierta boca para, después de beber un trago, quitarse la espuma que se le ha quedado pegada al labio superior, a base de pasar lentamente su lengua por todo el contorno, mientras su mirada parece indicar que ese acto de relamerse no tiene absolutamente nada que ver con la espuma de la cerveza... ¿Cómo inducir a una señora a que le compre a su marido una corbata? Pues muy sencillo, mostrando al George Clooney de turno vestido tan sólo con una corbata, tumbado en un sofá con cara de “mira lo que te estás perdiendo por no comprarle una corbata a tu marido...”. Eso sólo por poner dos ejemplos ilustrativos, vale... de acuerdo, bastante ilustrativos, pero no por ello irreales.

Por lo tanto, no tiene de qué preocuparse, si es que en algún momento le ha llegado a preocupar pensar demasiado en el sexo, porque la culpa no es suya, ni tampoco sufre ningún tipo de obsesión compulsiva... (bueno, es posible que esté obsesionado/a con su vecina/o, pero eso también es superable sin medicación), así que puede usted seguir pensando en el sexo todo lo que quiera... sin duda su pareja se lo agradecerá...







16 de septiembre de 2010

¿Política?

A mí no me gusta la política. De hecho tampoco me gusta hablar de política. Es más, nunca hablo de política. Dicho esto, podría parecer que soy apolítico, pero nada más lejos de la realidad. Siempre he pensado que la política es necesaria, aunque sólo sea para indignarnos… Y hoy ha pasado… El indignarme, quiero decir. Lo suficiente como para que escriba de política. Ya ven, es lo que tiene no desconectar la radio en el momento justo, cuando terminó el boletín de información deportiva. Llegar tarde se paga caro y no tiene disculpa por mucho que uno estuviera sentado cómodamente cenando…

El caso es que uno llega a la conclusión, seguramente acertada, de que en las reuniones de la UGT de Andalucía, se exceden con el consumo de vino, o en su defecto, éste es de mala calidad. De hecho, de seguir con esa costumbre, su secretario general, aunque no creo que tenga aptitudes más que para ser sólo secretario, pasará a engordar la lista de alcohólicos anónimos (que nunca he entendido porqué se llaman así, si lo primero que dicen cuando llegan es: “me llamo Manolo y soy alcohólico…”).

Tales reuniones amenizadas con vino, sólo sirven para hacerle creer que se ha convertido en el mesías que necesita este país, aportando soluciones que ni por asomo se le han ocurrido a nuestro presidente ni a ninguno de sus colaboradores, más que nada porque estos hacen sus reuniones con vino del bueno, que además de ser más sano, al ser más caro es consumido en menor cantidad. Pero en la UGT- Andalucía han visto la luz, y el secretario en cuestión cree haber encontrado una posible solución para disminuir el paro: que los abuelos no cuiden a sus nietos… Se cree así, que muchos parados podrán encontrar un trabajo haciendo de niñeras… Aunque disfraza tan esperpéntica idea convirtiéndolo en un simple llamamiento para que los abuelos se sumen a la huelga general del próximo día 29, posiblemente porque incluso habiendo bebido es consciente de la tontería que se le ha ocurrido.

Porque es lo que tiene el beber demasiado, no deja pensar con claridad y a este señor se le ha escapado hacer dos tipos de valoraciones. En primer lugar la económica, porque ya me dirá con esta medida cuántos padres pueden permitirse contratar a una niñera/o que se haga cargo de su o sus hijos si los abuelos no se hacen cargo de ellos (seguramente la mayoría tendrían que dejar de trabajar para cuidarlos ellos mismos con lo que… ¡aumentaría el paro!). Y en segundo lugar, pero no menos importante, está la valoración sentimental, porque muchos abuelos necesitan la ilusión de cuidar a sus nietos, para rellenar un hueco de una vida en muchos casos monótona y transitoria.

Seguramente este señor no tiene un padre que cuide de sus hijos, o no tiene hijos que encomendar a su padre o… simplemente no tiene hijos en edad de ser cuidados por nadie. La verdad es que no conozco nada de su vida personal ni me interesa, pero por favor, que no le den más vino… o que no le den Don Simón.





Pd.: No tengo nada en contra del vino Don Simón, de hecho su mezcla con Coca Cola produce el Calimocho más rico que se puede probar… al menos se consume en cantidades industriales.


11 de septiembre de 2010

Crónicas Chumbescas. Capítulo 7.

                                                                                                                       (Lea el Capítulo anterior).


El final del verano dio paso a un nuevo año escolar. Y con ello iba a llegar un cambio bastante significativo en las vidas de nuestros protagonistas, porque el nuevo curso sería el primero en el que asistirían al instituto, o a la “High School”, como le llaman allí. Por supuesto, ninguno de ellos tenía la más mínima intención de llegar a cursar estudios universitarios, pero el paso por el instituto era obligatorio (o el High School, como quieran llamarlo…). Ello significó, entre otras cosas, que se terminaron las caminatas diarias hasta la escuela del pueblo, siendo sustituidas por un viaje en autobús hasta el instituto en Madisson (capital del estado). Era casi una hora de ida y casi otra de vuelta, de un viaje que se sabía como empezaba, pero cuyo resultado final siempre era una incógnita…

Aquel “autobús” amarillo chillón (sí, en Wisconsin también eran amarillos…y chillaba) atentaba contra la seguridad vial y convertía cada viaje en una aventura digna del mismísimo Mc Gyver. Su conductor respondía al nombre de Carl, cuando le gritaban porque era un poco duro de oído, y su cavidad estomacal tenía un diámetro que provocaba algunas dificultades en el movimiento de rotación del volante, lo cual tampoco ayudaba demasiado a la conducción del vehículo. Contaba con 24 asientos, el autobús, Carl sólo usaba uno de ellos, de los cuales la mitad iban vacíos por falta de ocupantes. Higor y sus amigos iban siempre sentados en los cuatro asientos traseros, les encantaban los saltos que daba la parte trasera del autobús cada vez que pillaba un bache. El motor amenazaba con saltar en pedazos cada vez que Carl lo arrancaba, y a cada pocos kilómetros sufría ciertas explosiones que ningún mecánico del estado fue capaz de solucionar…, de hecho ninguno de los dos mecánicos llegó nunca a saber de donde procedían, las explosiones quiero decir, los mecánicos… tampoco.

El consumo de gasoil en cantidades ingentes, también era un misterio, pero la parada a mitad de camino en la única gasolinera que había (en el camino porque en el estado había otra), era una parada obligada todos los días. Bueno, en realidad paraba dos veces, una a la ida y otra a la vuelta, lo cual provocó que corrieran ciertos rumores de ciertos intereses de Carl en aquella gasolinera. Los bien pensados sostenían que Carl estaba liado con el dependiente de la gasolinera, los mal pensados creían que eran los bollos que vendía aquel dependiente los que realmente atraían a Carl.


Uno de los primeros viajes que dieron nuestros protagonistas, tras la pertinente parada en la gasolinera, Carl no se percató de que Higor había bajado del autobús con el noble propósito de hacer sus necesidades más necesarias, dejándole allí tirado, bueno más bien dejándole honorablemente inclinado… Tubo que esperar allí todo el día a que volviera el autobús ya por la tarde, matando moscas en compañía del dependiente (cuyo nombre se desconoce porque era un tipo tremendamente reservado, aunque nunca se ha sabido quién le había reservado…). Higor aprendió dos cosas ese día. La primera de ellas y la más importante, que había que procurar hacer las necesidades antes de salir de casa cuando se iba a viajar con Carl, y la segunda, que era cierto que Carl no oía si no se le gritaba…

Cuando nuestros amigos llegaron por primera vez ante el instituto, se dieron cuenta rápidamente que habían tomado la decisión errónea al intentar estudiar allí. No era de extrañar, ya que Carl les dejó delante de la Iglesia que estaba a varias manzanas del instituto por no se qué asunto familiar… Cuando llegaron al verdadero instituto tres horas después, su opinión no sólo no cambió en absoluto, si no que se acrecentó enormemente. Se encontraron con una gran cantidad de chavalería de ambos sexos armando jaleo en los aledaños del instituto. Se quejaban de que… ¡empezaba el curso! Higor y sus amigos no daban crédito ante tan ridícula queja y pensaban: “cómo iban a ir a la escuela si no empezaba el curso”… Sea como fuera, el curso empezó el día que tenía que empezar.

Continuará…


6 de septiembre de 2010

Ideas "geniales"...

Cuando uno tiene una idea, y se hace un planteamiento mental acerca de cómo llevarla a cabo, por norma general todo suele salir bien. Bueno, eso depende de la capacidad de intelecto que tenga uno, pero por lo general, en la teoría creada por nuestra cabeza todo cuadra sin margen de error, pero…

Pongamos un ejemplo:

Usted echa un vistazo panorámico a su salón. Aparentemente no falta de nada, sin embargo aquel espacio de aproximadamente tres metros de anchura, quedaría mejor decorado si en lugar de haber un espacio vacío, hubiera una estantería donde colocar todos esos libros y cd`s que tiene almacenados en varias cajas en el desván, o en el garaje, tampoco le voy a decir dónde tiene que guardar sus trastos… Bien, la idea ya ha surgido y su mente empieza a idear un plan…

Vamos a suponer, aunque sea mucho suponer, que tras consultarlo con la otra persona que también tiene poder de decisión sobre su salón (si es que esta existe…), ha conseguido su beneplácito. Así nos saltaremos una dificultad añadida y haremos esto más corto. Ha medido el hueco con precisión milimétrica, y con las medidas en el bolsillo se dirige a su tienda de muebles habitual (la que sea, tampoco es cuestión de hacer publicidad gratuita). Allí le atiende un dependiente/a con toda la amabilidad del mundo, quien le asegura con total convencimiento, que sus muebles son los mejores muebles del mundo y parte del extranjero. Desafortunadamente tiene en su establecimiento el mueble que usted había dibujado en su mente cuando decidió llenar el hueco vacío de su salón. Y digo desafortunadamente, porque para que pudiera colocarlo en su salón, debería antes vender media casa para poder pagar el mueblecito en cuestión. Resultado: usted sale de la tienda llevándose como toda compra una tremenda decepción.

Con buen criterio, más que nada porque no le queda más remedio, decide acudir a un centro de esos en los que puede encontrar todo lo que pueda necesitar para su casa a precio de ganga. Por supuesto, allí no encuentra un mueble similar al que vio en la otra tienda, pero su bolsillo le susurra que uno de los que ha visto allí también quedaría bien en su salón, y haciéndole caso decide comprarlo. Comprar en este tipo de establecimientos, conlleva el añadido de que el transporte y montaje del mueble corre de su cuenta. Lo primero es posible que no suponga ningún inconveniente si su coche es en realidad una furgoneta. Lo segundo siempre es un inconveniente si no ha hecho un curso de bricolaje o de interpretación de libros de instrucciones de montaje, que para el caso es lo mismo.

Una vez en su casa, y tras haberse duchado para eliminar el sudor que ha propiciado la aventura de subir el paquetito hasta el quinto piso por la escalera porque no entraba en el ascensor, se dispone a realizar la tarea de desembalaje y amontonamiento de piezas. Parece un poco de lío pero no se preocupe, yo le guío en lo que pueda… Tenga cuidado, no deje ahí la bolsita con los tornillos que se la come el perro… Sin más preámbulos usted coge el papelito que se supone son las instrucciones y lee: “Tomar los tableros 1 y 2- Unirlos con los tornillos A sobre el panel 3 que hará las veces de fondo”… “Qué fácil”, pensará usted, pero cambiará de idea cuando vea que, ni las maderas ni los tornillos llevan ninguna indicación para saber a cual de ellos hace referencia. Su disgusto aumenta cuando descubre que los dibujos que figuran en la hojita de instrucciones parecen hechos por un niño de 2 años, y no se parecen en nada a las piezas que componen el mueble…

En ese momento, decide abrir una cerveza para calmarse… y tras un momento de sosiego vuelve a la carga. Decide echarle imaginación y lógica al asunto, y tomando los dos tableros más largos intenta unirlos al ¿panel 3? Como era de suponer, pese a intentarlo no puede unir los dos tableros a la vez, así que dejando uno apoyado en la pared y haciendo malabarismos, sin soltar ambas piezas intenta alcanzar los tornillos A. Tras un enorme esfuerzo, se dispone a introducir el tornillo en el agujero que lleva el tablero 1, apreciando entonces que el tornillo no entra en el agujero. Se da cuenta de que no ha cogido un tornillo A, si no un tornillo B, bastante más ancho que el tornillo A. Es entonces cuando piensa que es mejor identificar bien los tornillos A y guardárselos en el bolsillo de la camiseta para tenerlos más a mano…

Sí, es el momento de darle otro trago a la cerveza, lo necesitará… Al fin ha conseguido introducir un tornillo A y unir el tablero 1 al panel 3. Bien, ya ha hecho lo más difícil. Ahora sólo necesita meter otro tornillo A para terminar de unirlo y… vaya, no le coincide el agujero 2, claro, ¿no ve que ha colocado el panel 3 al revés? Ande, desatornille el tornillo A y dele la vuelta… y esta vez asegúrese de colocarlo bien antes de colocar ningún tornillo A. ¿Ve como no es tan difícil? Ahora haga lo mismo con el tablero 2… ¡No hombre! Ese hay que ponerlo al otro lado… si lo pone pegado al tablero 1 ¿en qué agujeros piensa atornillar los tornillos A? ¿Acaso no ha leído las instrucciones? ¿Eh?... Ah claro, se las comió el perro… ya le dije que no dejara nada a su alcance… Bueno, seguiremos echándole imaginación al asunto.

Ahora coja la tapa 4 y colóquela en posición de techo… pero colóquela bien porque si no, no le encajarán los tornillos B con los agujeros, que son cuatro, los agujeros, los tornillos… también. Si ha comprobado que coinciden los agujeros ya puede empezar a atornillar los tornillos B, ya sabe los que eran más anchos y… ¿Qué dice? ¿Qué no sabe dónde los dejó? Ay madre… a que se los comió también el perro… Haga el favor de mirar en el otro bolsillo… Me lo imaginaba… Ande, atornille y deje de maldecir. Bien, vale, ya tiene el armazón del mueble armado, ahora sólo le queda atornillar las baldas 5, 6 y 7 que van en posición horizontal con una separación de 50 cm entre cada una de ellas… Pero ¿qué hace? No necesita un metro para nada, ¿no ve que la separación se la marcan los agujeros para meter los tornillos B? (En este preciso momento, usted se arrepiente enormemente de cambiar de canal cada vez que empieza un programa de bricolaje en la televisión…) Vale, coloque la balda 5 en su posición y atorníllela con los tornillos B y… ¿Qué no le entra la balda 5 en el hueco? Vaya por Dios hombre… entonces va a tener que desatornillar el tablero 1 ó el 2, el que prefiera y atornillar primero las baldas 5, 6 y 7, y ya de paso atornille también el tablero 8 que hace las veces de suelo del mueble… si es que eso lo tenía que haber pensado primero….Asegúrese de colocar las baldas en la posición correcta, porque si las coloca mal no le encajarán los tornillos B con los agujeros 2… vale, veo que lo ha entendido… Bueno, ahora sólo tiene que colocar las tapas C, que van tapando las cabezas de los tornillos y… bueno, déjelo, mejor no hacer sufrir al perro, ya lo expulsará al exterior un día de estos… Bien, ya ha terminado, ¿Ve cómo no era tan difícil? Venga, colóquelo en el hueco del salón, así muy bien y ahora… Pero… ¿Cómo que el mueble tapa el enchufe de la pared? ¿Pero quién ha puesto ahí ese enchufe…?

Sabe qué le digo… Doy gracias a Dios porque no haya elegido un mueble con cajones…

1 de septiembre de 2010

Animalitos...

Capítulo 6. El Gato.




Hoy toca hablar sobre el gato. ¿Por qué? Pues porque lo digo yo, o mejor dicho, porque lo escribo yo y punto.

A pesar de su aparente fragilidad tiene una gran fortaleza, y aunque no lo usemos demasiado, no debemos obviarlo en ninguna circunstancia, pues podemos arrepentirnos. Casi todos hemos tenido que recurrir a él en alguna ocasión salvándonos la vida. Él aguarda su momento en el compartimiento que tiene destinado en nuestro maletero, para hacer lo único que sabe hacer, levantar el coche para que podamos cambiar la rueda con comodidad y… ¿Qué? ¿Cómo dice?... ¿que ese gato no es un animal?... Si se cree que se puede levantar un coche sin ser un animal va listo… Ah, que me estoy confundiendo de concepto… Vaya, es verdad, perdón, no sé cómo he podido confundirme… En fin hablaré sobre el Gato animal…

Como iba diciendo, a pesar de su aparente fragilidad (¿ve como no iba yo desencaminado?), tiene una gran fortaleza, y presume de ser el único bicho viviente que cuenta en su casillero con siete vidas, como si de un personaje de videojuego se tratase. Personalmente nunca he hecho la prueba de amarrar un gato y atropellarle para comprobarlo, pero hay quien insiste en que es cierto.

Pertenece a la familia de los felinos, familia tan numerosa como la gran familia o incluso más, existen tantas razas que no podría enumerarlas todas en una sola entrada, y se caracteriza por su asombrosa agilidad. Sus cabriolas pueden llegar a dejarnos perplejos y con la boca abierta. Dicha agilidad, se basa en un duro entrenamiento a base de intentar cazar ratones. También suelen ir detrás de los pájaros, pero eso lo tienen bastante complicado porque, al menos a día de hoy, no se conoce ningún caso de gato volador. Hay quien dice que los pájaros aprendieron a volar para escapar de los gatos…

Tiene además la increíble facultad de caer siempre de pies, hecho que sí he comprobado personalmente (agarrando a un gato por la cola y lanzándolo varias veces a una altura considerable, lo más alto que mi brazo me permitió…). Así mismo provoca una sensación de sordera en todo aquel que le rodea debido a lo silencioso que puede llegar a ser. Si alguien es capaz de oír una pisada de gato deberían de darle el premio a la persona con mayor oído del mundo. No de tamaño, de capacidad auditiva…

Otra de las características que distingue a los gatos del resto de especies animales (aunque algunas mujeres pueden llegar a hacer algo parecido…), es la capacidad para ronronear, y dicen que es el gusto lo que se lo produce, pero no se sabe a ciencia cierta a qué se refieren cuando dicen “gusto”. No creo que sea por las papilas gustativas, salvo que las tengan repartidas por todo el cuerpo, vaya usted a saber, como tienen todo el cuerpo cubierto de pelo (los gatos quiero decir, las mujeres está claro que no…).

Lo que aún no se ha podido llegar a probar es porqué le tienen tanta fobia al agua. Con el olfato que tienen deberían de darse cuenta de lo mal que huelen cuando no se lavan. Tal vez sea porque no les enseñan a nadar, o porque algunos les echan al río de recién nacidos para deshacerse de ellos. Al tener siete vidas sobreviven y les queda un mal recuerdo en forma de trauma infantil del que no logran recuperarse. Pero no me hagan caso, sólo es una teoría… Lo que tiene gracia es que su manjar favorito sea el pescado. Me encantaría saber como demonios llegaron a aficionarse a comer peces si son incapaces de meterse en el río…

Os podría contar muchas más cosas sobre los gatos, pero eso, que lo hagan los de National Geographic…