28 de junio de 2014

¿Algún voluntario?...

Tener conocimiento sobre todo lo que nos rodea, siempre ha sido una obsesión del género humano. Por alguna extraña razón, sentimos la necesidad de comprenderlo todo. Nos sentimos indefensos ante todo aquello que se escapa a nuestra comprensión y que no puede ser demostrado con hechos. Y hay muchos temas, para los que nadie ha sido capaz aún de encontrar una respuesta convincente, al menos que yo sepa.

Por ejemplo, quién no se ha preguntado alguna vez, qué hay después de la muerte. Hasta donde yo llego, el más allá no se puede ver desde el más acá. Se intuye que es un sitio un poco oscuro y es necesario estar allá para verlo, pero claro, es un viaje sólo de ida y nadie vuelve de allí, quiero decir de allá. No estaría de más que alguien que se muera instalara allá una bombilla, o que se llevara una cámara consigo y nos la enviara a portes debidos desde el más allá, a los que estamos en el más acá. O mejor dicho, a portes pagados, salvo que el más allá sea como el más acá, es decir, materialista, si no, mejor que nos ahorre un dinerito a los del más acá. ¿Algún voluntario?...lo suponía, ¡panda de cobardes!

Hay quien, según los médicos, ha estado clínicamente muerto y afirma haber visto una luz intensa. Pero ¿podemos creerle? Esa gente no puede demostrar de ninguna manera, que dicha luz, no fuera el foco que le pusieron encima de su cabeza cuando estaba tendido en una camilla, y que vislumbró fugazmente en su estado de ¿semiinconsciencia? Y además cómo va a saber él que estaba completamente muerto. Quizás sólo estaba muerto en su mayoría y ese estado confundió a los médicos, que se fiaron de sus aparatitos y no se dieron cuenta, de que el paciente abría y cerraba los ojos levemente, porque es muy diferente estar completamente muerto y estar muerto en su mayoría.

Quien tiene fe, encuentra en ella el optimismo necesario para creer que su alma se liberará, y que va a pasar a mejor vida en un lugar paradisíaco, en el que se entretendrá volando con un par de alas que le saldrán en su espalda. Pero quien no tiene esa fe, espera tras su muerte la oscuridad total, y encontrarse bajo el mando de un esqueleto armado con guadaña lleno de maldad, que secuestrará su alma para satisfacer su ego.

Quizás ya haya alguien en el más allá, que nos está gritando todo lo que ha visto sin que nadie pueda escucharle… Pero, hasta que llegue el día en que alguien pueda volver del más allá y demostrarlo, sólo podremos elucubrar con hipótesis,  a cual más rocambolesca, y esperar con inquietud a que nos toque ir para el más allá. 

Lo que sí es seguro, es que la muerte nos alcanza a todos, aunque nos haya dado una vida de ventaja. Pensar que podemos escapar de ella, es tan iluso como creer que algún chino sea capaz de hacer una tortilla sin dejar de reírse.


Mi único deseo, es que, cuando yo me muera, no esté allí para verlo. Espero estar lo más lejos posible, porque soy muy sensible y lo paso mal cuando veo cosas así. No me gustaría llegar al más allá traumatizado…





18 de junio de 2014

Somos lo que somos.

Evidentemente, tal y como reza el título de este post, somos lo que somos.

Y lo somos, independientemente de que seamos lo que en realidad hemos querido ser, o que en cambio, seamos lo que nos ha tocado ser. No podemos negar que somos lo que somos.

Por ejemplo, nadie nos preguntó antes de nacer si queríamos ser humanos. Y sin embargo, es lo que nos ha tocado ser. Bueno, sí, es posible que usted mismo, o algún otro que lea esto, sea un miembro de otra especie animal, en ese caso no se de por aludido. No voy a entrar en materia sobre si ha tenido más suerte que el resto, pero todos los demás somos humanos. Y además de serlo a la fuerza, porque nos han obligado a serlo, también lo somos de nacimiento…

Y también de nacimiento, nos guste o no, queramos o no, somos hijos de… alguien. En algunos casos incluso también somos hermanos de… alguien. A partir de ahí, podemos empezar a elegir, si bien no todo lo que somos, sí en algunos casos. Ya de jovencitos podemos elegir si queremos ser amigo del macarra de turno, o por el contrario, amigo del empollón. Y así con innumerables alternativas que nos presenta la vida.

Pero en cambio, otras opciones nos vienen impuestas por la vida misma. ¿A que nadie le ha preguntado a usted si quiere ser peatón? Pues le guste o no, no le queda más remedio que serlo, de no ser que se quede usted continuamente en casa sin pisar la calle. En ese caso, usted no será un peatón, será un mueble con patas, pero qué quiere que le diga, mejor ser peatón, aunque se lo haya impuesto la vida, que ser un mueble con patas.

Estoy casi seguro de que, siendo usted pequeño, alguien le preguntó “¿qué quieres ser de mayor?”. No, no soy adivino, es que a mi también me lo preguntaron. Se lo preguntan a casi la totalidad de los niños. Y cuando uno tiene diez ú once años y le hacen esa pregunta, se cree que se lo preguntan para concedérselo, como si estuviera escribiendo la carta a los Reyes Magos… y después pasa lo que pasa. ¡Qué ilusos somos de pequeños!

Cuando yo era pequeño, de mayor quería ser futbolista. Después ya me di cuenta de que no iba a serlo, porque ya había muchos niños que también querían serlo… y porque habría necesitado al menos otras dos piernas como las que yo tenía para poder llegar a serlo. O sólo dos piernas, pero con el doble de habilidad, lo que prefiera…

Así que pensé que, entre otras cosas, quería ser administrativo, no me pregunte el porqué, porque no sabría darle una razón coherente. El caso es que aunque también había muchos administrativos ya, y muchos otros que también querían serlo… me bastaba con dos manos y dos ojos para serlo. Y pensar de cuando en cuando, pero no demasiado, que eso cansa... Y sobre todo, al final, de mayor, he conseguido ser… mayor.


Moraleja: No siempre uno es lo que quiere ser, pero, al final, uno siempre es lo que es.





6 de junio de 2014

Mentira cochina...

¿De verdad es cierto todo lo que decimos?

No se lo que pensará usted, pero a mi me consta que, de cuando en cuando, soltamos unas mentiras, voluntaria o involuntariamente que, en algunos casos, llegan a ser bastante escandalosas. Sí, cierto es que dichas mentiras no hacen daño a nadie, pero son totalmente absurdas y no percibo en ellas ningún motivo más o menos noble para tener que  pronunciarlas.  Simplemente salen de nuestra boca como si fueran el aire que exhalamos.

He aquí alguna de esas mentiras que se me ocurren a bote pronto:

“Este pantalón me hace el culo gordo”. Mire usted, no mienta. No le eche la culpa al pantalón, porque su culo es gordo con o sin pantalón. Más bien, seguramente sea todo lo contrario, y si se quita el pantalón podremos todos comprobar como su culo se expande un poquito más.

“El cielo está gris”. No me sea infeliz… El cielo siempre es azul. Lo que está gris son las pedazo nubes que se interponen entre el cielo y usted. Además, yo en su lugar cogería un paraguas…

“La Hamburguesa engorda”. Ni por asomo. Quien engorda es quien se la come. La Hamburguesa, lo más que hará será terminar en trocitos dentro de su estómago, pero en ningún caso engordará.

“Yo tengo más tetas que ella”. Salvo que sea usted la mutante de Desafío Total, usted tiene el mismo número de tetas que el resto, así que no vaya por ahí fardando a lo tonto…

“Ya cae la noche”. A ver…, pensemos un poco. La noche nunca cae. Quien se cae es el Sol y lo deja todo a oscuras, como cuando hay un apagón o se funde una bombilla. Nadie piensa “ha caído la oscuridad”, si no que pensamos “se ha ido la luz”, o… “vaya mierda de bombilla hemos comprado”…

Sólo son unos ejemplos, pero seguro que hay muchas más mentiras que soltamos sin pensar, así que, la próxima vez que vaya a decir algo, piense por lo menos que coño significa lo que va a decir. Y si no, recuerde que tiene derecho a permanecer en silencio, y tenga en cuenta que cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra, sea verdad o no. Por supuesto, tiene derecho a un abogado, pero se lo paga usted, que con los tiempos que corren, no está el estado como para despilfarrar el dinero sólo porque usted ha dicho una memez.


Sí, cierto. Yo ya me he arruinado por culpa de no ejercer mi derecho a guardar silencio…




Pd.: Nuevo mes, nueva chica del mes.