28 de enero de 2016

Asesinato?

La curiosidad mató al gato. Eso dicen...

Y yo me lo creo totalmente. Quizás sólo sean burdas difamaciones, quién sabe, pero cuando el río suena es que algo de verdad hay en ello. No creo que todos los que lo afirman, y son muchos, estén equivocados.

Además,  los antecedentes de la curiosidad no dicen mucho en su favor. Vamos, que un poco asesina sí que es. Es posible que el gato, fuera curioso además de felino, y se metiera donde no le llamaban, pero no me negará que la curiosidad se pasó tres pueblos. Habría bastado con que le metiera debajo del grifo y le diera un escarmiento al pobre gato, pero cuando se es de gatillo fácil, se pierden los papeles con suma facilidad.

Y cuando se es un poco asesino y se pierden los papeles, no se queman las patatas, no, si no que alguien muere. En este caso el gato, pero podría haber sido usted mismo, que no anda a cuatro patas, pero curioso también lo es un rato, porque si no a ver a qué cuento está leyendo esto. Bueno, igual estoy equivocado. Quiero decir que a lo mejor me equivoco y usted sí que anda a cuatro patas. Si es así da igual, no importa, está científicamente demostrado que se puede ser igual de curioso andando a cuatro o a dos patas. Y si no que se lo digan al pobre gato, que no tuvo tiempo ni de maullar un “perdón, sólo pasaba por aquí…”.

Lo que aún no ha sido determinado, es si el acto llevado a cabo por la curiosidad, fue perpetrado con premeditación y alevosía, o si, por el contrario, sólo fue el resultado de un acto involuntario que desembocó en accidente. La naturaleza del acto, determinará si dicho acto es considerado asesinato o, por el contrario, simplemente un gaticidio. Todo está bastante confuso, pero pensando un poco, solo un poco, llegaremos a la conclusión de que para matar a un gato, que todo el mundo sabe que los gatos tienen siete vidas, hace falta perseverancia, lo cual implica una cierta intención de cometer el acto. En realidad implica tener toda la intención.

Claro que, para llegar a esa conclusión, deberíamos confirmar antes que el gato no había consumido ya sus seis primeras vidas, lo cual, querido amigo, resulta una labor bastante complicada dado el anonimato del gato. Si se hubiera tratado de un gato famoso, como por ejemplo Garfield o el Gato con botas, de los que se tiene una referencia bastante completa de su biografía, podríamos haber llegado a una conclusión más o menos acertada, pero siendo un gato anónimo, no creo que eso sea posible.


Compadezco al juez a quien corresponda juzgar el caso, porque me da en la nariz que testimonios de testigos fiables va a tener pocos, por no decir ninguno. Usted haga lo que quiera, pero yo me estoy planteando muy seriamente alejarme de la curiosidad.  






12 de enero de 2016

Whiskypedia.

Capítulo 6. El Orinal.

El Orinal no deja de ser un invento más, de los vulgarmente conocidos como “hijos de la vagancia del ser humano”.

Y éste, además, lo es en su máxima expresión, ya que fue ideado por alguien, tan anónimo como vago que, estando tumbado plácidamente en su cama y sin ninguna intención de levantarse en las siguientes 354 horas, al sentir como su vejiga pedía a gritos una pronta evacuación,  ni corto ni perezoso, agarró un zapato del lado derecho de su cama y apuntando a él con su miembro urinario, empezó a aliviarse dentro del mismo. Alivio que se convirtió en desasosiego, al percatarse de que un solo zapato, no sería un recipiente lo suficientemente grande para albergar semejante cantidad de… alivio. Así que, suspendiendo temporalmente la secreción de su agüita amarilla, agarró el otro recipiente que más cerca tenía… el otro zapato, consiguiendo así, poner fin a su odisea.

Se dio cuenta entonces de que, en caso de tener otra necesidad fisiológica similar, o lo que sería peor, de cualquier otro tipo, ya no le quedarían zapatos, ni grandes ni pequeños, con los que hacerle frente a la situación, y decidió por su cuenta y riesgo buscar un recipiente algo más grande antes de volver a tumbarse en la cama, siendo lo único que encontró, un cuenco de barro para calentar la comida que tenía en la cocina. Sucio, por supuesto,  llevaba varios días sin fregar, pero útil para su propósito, al fin y al cabo.

Así fue, más o menos y a grandes rasgos, como nació el Orinal, un invento bastante original y cuyo nombre, Olinal en su forma más primitiva, proviene del verbo orinar… en chino, lo cual, deja como únicos sospechosos de su invención a los chinos. Y sí, eso es lo más sorprendente de todo el asunto, que su invención se originara en un país, donde los vagos son repudiados y desposeídos de sus rasgos orientales, para que se les pueda considerar un occidental más, y que incluso pueda pasar por un español más.

Eso sí, los chinos no renegaron del genial invento y, no sólo le dieron el debido uso, sino que además, lo comercializaron como en ellos es habitual, exportación a lo bestia y a precio de higo chumbo, siendo suministrada, además, cada unidad, conjuntamente con un par de cómodos tapones para la nariz… por motivos tan obvios como olorosos.

En la actualidad, su uso ha perdido fuerza en la versión adulta, pero ha pasado a convertirse en el mejor amigo de los niños, muy por encima de Bob Esponja y Dora la Exploradora.
También hay quien sostiene que, el orinal, fue el padre del término “orinar”, y que dicho término,  nació para referirse a la acción de miccionar en el orinal, pero eso son simples rumorologías de la telebasura.


Podría contarles muchas más cosas sobre el Orinal, pero para eso… ya está la Wikypedia.







4 de enero de 2016

¿Hola?

¿Hola?...  ¿Hay alguien ahí?... Ah!, menos mal que sigue por aquí, pensé que se habría aburrido de esperar y se habría largado a leer algo por la blogosfera.

Créame que no se lo reprocharía y, hasta cierto punto lo entendería. Cinco meses sin contarle nada significa demasiado tiempo de espera sin hacer nada, incluso hasta para un funcionario. Así que le agradezco enormemente todo este tiempo de espera.

¿Qué porqué vuelvo ahora a contarle chorradas varias? No es que tenga mucho que contar, salvo que soy 5 meses más viejo. Supongo que igual que usted, no crea que soy el único que envejece. Pero lo cierto es que, todo bloguero, llega un momento en el que se plantea el seguir contando tonterías, cerrar el quiosco, o, simplemente, dejar de contar tonterías. Yo acabo de pasar ese momento, y me he inclinado por la primera opción, es decir, seguir contando tonterías para usted y para todo el que quiera leerlo.

¿Por qué? Básicamente porque, tras ocho años contando tonterías, le tengo demasiado cariño a este blog como para eliminarlo. Y como quiera que siempre he odiado a los blogs fantasmas, que navegan a la deriva por la blogosfera, sin que nadie escriba en ellos, sólo me queda la opción de seguir contando tonterías… Sí, lo sé, usted no tiene porqué sufrir leyendo mis tonterías, pero qué quiere que le diga, si sigue por aquí significa que un poco masoquista sí que es eh?... Tal y como dice el refrán “año nuevo, vida nueva”, voy a comenzar el año volviendo a escribir tonterías varias para todo aquel que quiera sufrirlas.

Es posible, y sólo posible, que, si usted ha rebasado ya la barrera de los cuarenta, con mayor o menor amplitud, haya sentido el impulso, por vaya usted a saber qué motivo, de volver a realizar una actividad que en su día le gratificó enormemente. Para los agnósticos, cuando digo cuarenta, me refiero a cuarenta años, tacos o como usted quiera llamarlo. Y cuando digo “una actividad que en su día le gratificó enormemente”, no me refiero a darle una patada en el culo a su jefe, ni perder la virginidad… ni encontrarla.

No, me refiero a que, si usted practicó en su juventud algún deporte, como por ejemplo, el fútbol, ¿no ha sentido el impulso de volver a practicarlo, para volver a sentir esas gratificantes sensaciones? ¿No? … Yo sí, no me pregunte porqué, pero lo he hecho… y créame, las sensaciones sentidas, son de todo menos gratificantes.

Si prueba a hacerlo, casi con toda seguridad, se dará usted cuenta de que, todo movimiento que diseñe en su mente, con o sin balón, se producirá a cámara lenta. No, en su mente no, en la mente de todo aquel que esté viéndole “jugar al fútbol”. Su mente bastante tiene con luchar para que sus piernas no se tropiecen, ni con el césped ni entre sí mismas. Las pobres piernas, correr… corren, pero se cansan. Seguramente bastante más de lo que usted recordaba, y créame, para nada es una sensación gratificante…

Y a falta de sensaciones gratificantes, lo que sí sentirá, será la tentación de saltar al campo con un Kalashnikov y pegarle cuatro tiros al balón para que se esté quieto y nos obedezca de una puta vez, porque a diferencia de antaño, cuando usted era perfectamente capaz de dominarlo, ahora va por libre y hace lo que le viene en gana…



En fin, si usted aún sigue por aquí, le seguiré contando chorradas varias.


Pd.: Nuevo mes... nueva chica del mes...