25 de marzo de 2012

NUMABELA FOLK

Hoy voy a dedicar la sección El vídeo del Domingo (que por otra parte tenía un tanto abandonada), para rendir homenaje a un grupo que lucha por abrirse paso en el difícil mundo de la música.

A diferencia de las demás ocasiones, en las que dedicaba esta sección a cantantes y grupos que ya todo el mundo conocía, hoy os traigo savia nueva. Más concretamente savia de la tierruca: NUMABELA FOLK.




Ayer noche, volvieron a deleitarnos en concierto. Fue en la 3º Semifinal del Concurso “Escenario Prau” de Laredo, en el que participan grupos de toda la geografía nacional y en el que el ganador obtendrá como premio, la grabación y distribución de un disco. No sólo deseo, sino que además intuyo, que tras el concierto de anoche habrá un antes y un después para el grupo NUMABELA FOLK.

Desafortunadamente, aún no está disponible ningún vídeo de dicho concierto, pero os dejo aquí otros vídeos para que podáis disfrutarlos. Juzgar vosotros mismos si tengo razón, o si mis apreciaciones sólo son producto de una pasión desbordada... (¿Se nota que el cantante es paisano y colega mío?... Apenas, verdad…).

Quien quiera saber más de este grupo, que pinche aquí y aquí… ARRONTI NUMABELA.




Por dificultades técnicas no es posible insertar los vídeos, pero os dejo los enlaces.

http://youtu.be/sgwr7S4hOpM
http://youtu.be/sCVRRVawRzA



7 de marzo de 2012

No sabría decir...

A lo lejos se podía ver a un hombre caminando por el lado derecho de la calle.

La calle estaba oscura, aunque no sabría decir si estaba oscura porque era de noche, o si la oscuridad se debía a la falta de bombillas en las dos únicas farolas que había en dicha calle… A pesar de la falta de luz, se podía distinguir la silueta de aquel hombre gracias a su extraño abrigo blanco, aunque no sabría decir si era extraño porque era blanco o si era extraño porque no era oscuro…

También le delataba, el chapoteo que acompañaba, cada paso que daba sobre el suelo mojado por la lluvia, y a medida que se acercaba, se iba haciendo evidente que disfrutaba de su paseo, nocturno o sin farolas, y que parecía dispuesto a cumplir con deleite a pesar de estar empapado. Y aunque no sabría decir si estaba empapado porque llovía… o porque no llevaba paraguas, estaba claro que de haber tenido un paraguas también chapotearía al pisar el suelo, pero no podría llevar las dos manos en el bolsillo…

Por un momento, pensé que era Gene Kelly en “Cantando bajo la lluvia”, pero no, no lo era, porque aunque no estuviera bailando, su abrigo era blanco… y porque las farolas no tenían luz. Pero ajeno a la lluvia, seguía disfrutando de su paseo caminando despacio, con un ritmo lento. Un ritmo similar al que llevaría alguien que pasea por un museo mirando cuadros, sobre todo alguien a quien le gusta andar por los museos mirando cuadros, de lo contrario andaría más deprisa…

Y por más que lo observé, no sabría decir si caminaba despacio porque quería… o porque no podía andar más deprisa. Seguramente sería por el segundo motivo, pero no sabría decir si no podía andar más deprisa por alguna incapacidad física… o porque se lo impedía el peso de su extraño abrigo blanco empapado por la lluvia por no tener paraguas…, o por no haber querido salir de casa con su paraguas, para así poder llevar las dos manos en los bolsillos.

Sin embargo, aquel hombre llevaba las dos manos en el bolsillo, cosa que tampoco podría haber hecho, de tener que llevar un bastón para contrarrestar cualquier incapacidad física, que le impidiera caminar con normalidad, aunque no sabría decir si dicha falta de bastón era propiciada por su falta de cojera… o porque no tenía bastón.

A pesar de caminar despacio, poco antes de que al fin se cruzara conmigo, se cruzó con una farola. Más concretamente contra la farola…, cayendo al suelo, donde no pudo apoyar las manos por no llevar paraguas y llevarlas en el bolsillo. Aunque no sabría decir si chocó con la farola por culpa de la oscuridad o porque no veía lo suficiente, bien porque no llevaba gafas, por que no las tenía, o porque no las llevaba puestas para evitar que se le mojaran por culpa de la lluvia…

Cuando llegué a su altura, su cara tenía un brillo especial, aunque no sabría decir si era por el efecto de la lluvia, o si era el reflejo de la farola que se encendió de golpe, o mejor dicho, por el golpe contra la cabeza del hombre del extraño abrigo blanco empapado con las manos aún en los bolsillos…

Le tendí mi mano derecha para ayudarle a incorporarse y por fin sacó su mano del bolsillo cubierta con un guante de cuero negro. Se incorporó y me dio las gracias… aunque no sabría decir si lo hizo por educación, o porque de verdad estaba agradecido. Y pude apreciar cuando siguió andando, que era un hombre de pocas palabras. Aunque no sabría decir si era de pocas palabras porque no le gustaba hablar con desconocidos, o si era de pocas palabras porque no sabía mi idioma…





Moraleja: La vida tiene demasiadas incógnitas en su ecuación, como para intentar saber el resultado sin conocer el valor de cada incógnita.