Capítulo 8. Don Quijote de la Mancha.
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, y del que aunque quisiera tampoco me acordaría, más que nada porque nunca llegó a saberse el nombre de tan inhóspito lugar, habitó un singular caballero conocido como “el caballero de la triste figura”. Más conocido como Don Quijote de la Mancha, y menos conocido como Don Alonso Quijano.
Nuestro personaje, fue apodado “el caballero de la triste figura” por razones obvias, ya que su extrema delgadez no pasa desapercibida para nadie. Los más cachondos del lugar también le llamaban “medio Kilo”, aunque este otro apodo no se extendió por no lucir demasiado bien literariamente.
Pero no era su figura lo único triste que tenía nuestro personaje, ya que su vida solitaria al lado de un ama de llaves gruñona y una sobrina de las más solteras que se recuerdan, no era como para tirar cohetes… Corre el rumor de que la vieja gruñona le racionaba tanto la comida, que el pobre Don Quijote, en ocasiones, se iba al establo y le quitaba parte de la comida a su caballo. Este hecho propició que su caballo también pasase hambre, que tampoco le sobrasen kilos y que fuera conocido como “el caballo de la triste figura”… Afortunadamente, su perro era un galgo y consiguió pasar completamente desapercibido dentro del grupo.
Con tales premisas, a nadie puede extrañar que con el paso del tiempo enloqueciera, aunque no se sabe que influyó más en el deterioro de su lucidez, si la desnutrición o el martirio que suponía vivir con tales compañías. Se extendió el infundado rumor de que la causa de su locura fue el exceso de lectura de libros de caballerías, pero dicha teoría se cae por su propio peso… los libros pesaban demasiado como para que los delgados y débiles brazos de Don Quijote los sostuvieran el tiempo suficiente como para leer media página. Apenas se limitaba a colocarlos sobre sus piernas y mirar los dibujos…
Siendo consciente Don Alonso de que si continuaba con aquella vida, esta acabaría en la letrina, decidió pasar a la acción y convertirse en Don Quijote, un caballero en pos de deshacer entuertos, aunque en realidad sólo consiguiera hacerlos, dejando con un palmo de narices a la gruñona. Poco después añadió “de la Mancha” a su nombre, en homenaje a una deposición de pájaro en su vieja armadura que nunca pudo limpiar… Llevó consigo por iniciativa propia al resto del grupo de flacos que moraban a su lado, y por iniciativa ajena al “doblemente pesado” de su vecino Sancho Panza, pesado por su sobrepeso y pesado por su insistencia en acompañarle. Don Quijote, que era “muy paciente”, al final tuvo que acceder a que le acompañara.
Después de abandonar su “hogar” se propuso cumplir dos objetivos. El primero de ellos, conquistar algún reino de por ahí para ofrecérselo a su escudero Sancho (a ver si así por fin se deshacía de él). Y en segundo lugar, encontrar el Toboso, lugar donde, según él, le esperaba la Miss España del momento: Dulcinea del Toboso (aunque en realidad vivía en Badajoz…) Por supuesto, Castilla era tan ancha y tan despoblada, que no sólo no conquistó ningún reino ni llegó al Toboso, si no que se perdió en su intento y acabó en La Rioja tan borracho, que la emprendió a espadazos con pellejos de vino para beber más cómodamente terminando bañado en vino… De sus últimos días no se recuerda mucho, tan sólo que fueron… tristes.
Pasaron muchas más cosas en su vida, pero eso… es otra historia.
Curiosa y simpática reinterpretación del Quijote.... Me ha sacado una sonrisa!!! :)
ResponderEliminarTienes un blog interesante... Me seguiré pasando, si no te importa, of course.
Saludos!!
No podía evitar sonreir de alguna línea a otra... entrañable personaje, recuerdo unos dibujos animados del Quijote que solía ver cuando era niña. Lindo post, mucha gracia cómo nos traes tu Quijote.
ResponderEliminarGata, bienvenida y gracias por comentar, puedes pasarte siempre que quieras, esta es tu casa.
ResponderEliminarAmelia, creo que esos dibujos son un recuerdo común para todos los que tenemos cierta edad jajajaja, gracias por el comentario.
Saludos cordiales a ambas.
Tu entrada me ha abierto la curiosidad, así que quizá me lea el libro jajaja Muy divertida y original.
ResponderEliminarDe los dibujos, me acuerdo de tener el album de cromos que daban con los yogures. Anda que no hace. ¡Qué pocas preocupaciones tenía por aquél entonces!
Un fuerte abrazo
Caray, veo que somos contemporáneos, porque yo también hice esa colección (aunque confieso que no comí ni un yogourt, porque mi tia trabajaba en unos grandes almacenes y subía todos los cromos a casa, cojíamos todos los que no teníamos y el resto los devolvía jajajaja... así llenamos la colección, bueno esa, la de naranjito y todas las que salieron...)
ResponderEliminarSuerte en la lectura, te mantendrá ocupado un buen tiempo...
Saludos cordiales.
jajajaa
ResponderEliminarMe ha encantado!!!
me he reido un monton...
Por cierto, soy Pérfida, y volvere
Un saludo
Perfida, bienvenida, pasate cuando gustes.
ResponderEliminarSaludos cordiales.