El otro día, vi en la televisión, más concretamente en la primera cadena, un programa de investigación titulado “No se me caen los anillos”. Trataba dicho programa, de un seguimiento a varias personas, que tras perder su trabajo de muchos años, se veían obligados a trabajar en cualquier trabajo que les surgiera para poder salir adelante. Un tema, que visto así por encima, es capaz de solidarizarnos con los protagonistas, y hacernos llegar a pensar en lo buenos y humildes que son.
Pero al mismo tiempo, si lo analizamos en profundidad, los casos expuestos en el programa, pueden llegar a indignarnos con una facilidad pasmosa, al menos en mi caso han conseguido indignarme.
Primero, porque son capaces de hablar de que no se les caen los anillos, por tener que desempeñar ciertos trabajos. Y yo pregunto: ¿Acaso tales trabajos, no son dignos? ¿Tan humillantes son esos trabajos, que merecen la expresión “no se me caen los anillos”?. Cualquiera diría que las personas que desempeñan esos trabajos habitualmente no llevan anillos porque ya se les han caído… o porque son peores que ellos y tienen un trabajo para seres inferiores…
No quiero meterme con dichos protagonistas, porque simplemente hacen eso, intentar salir adelante como pueden y seguramente ellos no han pedido el protagonismo que les han dado, ni tampoco han puesto el título al programa, pero si con aquellos que les han puesto delante de una cámara para hacerlos parecer héroes, cuando lo que en realidad han conseguido, ha sido ponerlos en evidencia rozando la vergüenza pública.
Porque entre otras lindezas por el estilo, los protagonistas eran interrogados acerca de lo que ganaban en sus anteriores trabajos. Así, pudimos ver como un constructor, un agente inmobiliario y un empleado de aeropuerto, reconocían que durante muchos años, sus ingresos mensuales habían superado los 5.000 y 6.000 euros… Sí, durante muchos años… y ahora se quejan de que no ganan lo suficiente… Hubo más casos, expongo estos tres porque fueron los más llamativos de los cinco expuestos en el programa. Yo no puedo ni imaginarme, lo que sería tener un sueldo de 5.000 euros al mes, ni siquiera la mitad, durante 20 años, me habría dado con un canto en los dientes si lo hubiera ganado un par de meses tan sólo.
Reconocían, a su vez, haber vivido durante todos esos años una vida de lujo y despilfarro, uno había tenido tres pisos, otro una mansión con piscina, y el otro una casa que… mejor me callo…. Ahora en cambio, tienen que “luchar” con unos empleos como el de taxista, basurero y camarero, con unos sueldos que son, para ellos, ridículos e insuficientes para hacer frente al ritmo de vida al que estaban acostumbrados. Al menos ellos, durante 15 o 20 años (algunos más) han podido vivir entre el lujo y la abundancia.
La situación tiene dos lecturas. Una, la ridícula heroicidad que han querido demostrar los guionistas del programa. Otra, la indignación causada en mucha gente, que vive o ha vivido en esa misma situación desde que tiene uso de razón, sin que por ello se le considere un héroe.
Señores guionistas, si lo que querían era demostrarnos que mucha gente que vivía de puta madre ahora ya no vive tan bien, lo han conseguido, pero deberían ser más prudentes a la hora de mostrarnos las “desgracias” de algunas personas y pensar con un poco más de juicio, cómo va a acoger tal desgracia quien ya lleva sumergido en ella muchos años, porque algunas cosas hieren la sensibilidad de quien lo está sufriendo. Desde luego que es una pena perder tu trabajo de toda la vida y tener que pasar el mes con un sueldo de poco más de mil euros, pero ¿y los que llevan así toda la vida?
¿A nosotros se nos caerían los anillos? Os aseguro que a mi, el único que llevo… sigue en su sitio.
