19 de septiembre de 2009

El progreso

Seguramente, mucha gente ya haya escrito sobre el progreso en general, y sobre el tema del que yo voy a hacerlo en particular. Pero así y todo, y a riesgo de ser cargante con el tema en cuestión, voy a escribir algo al respecto.

Lo que es el progreso. Si hace veinticinco años, me dicen que podría llevar en el bolsillo toda la discografía de Elvis, y poder escuchar la canción que quisiera, y cuando quisiera, estuviera donde estuviera… me habría dado un ataque de risa.

Si yo hubiera querido hacer eso hace veinticinco años, habría necesitado una mochila para llevar todas las cintas de casette que tenía, y que serían insuficientes, ya que por supuesto no las tenía todas, y el imprescindible walkman para escucharlas, que nunca he entendido porqué le llamaban “hombre caminante” en lugar de llamarlo “radio casette portátil”. Y una buena provisión de pilas, porque hay que ver cómo chupaban pilas. Porque te pasabas todo el rato dándole al avance rápido para buscar una u otra canción. Aquellas cintas como mucho daban para 120 minutos de música, así que no te entraban demasiadas canciones, y cada dos por tres a abrir la tapita del aparatito para cambiar la cinta, y si encima no tenía auto-reverse ya ni te cuento.

Ahora en cambio, llevan su mp14265, con capacidad para 28 discografías completas, 3 videotecas y cuatro biografías, y con darle a un botón les sale la canción que quieren en 0.38 segundos como mucho, los que son torpes en 1.19 segundos, y te enteras de que van escuchando música sólo si pasas a su lado porque el aparatito suena como una discoteca andante (lo podían haber llamado “Walkdisc”, en lugar de MP), y no como a nosotros, que sabían que íbamos escuchando algo porque llevábamos aquellos auriculares tipo orejeras que pasados cinco minutos no había quien los aguantara pegados a las orejas.

Y claro, el modo de obtener las canciones también ha cambiado sustancialmente. A mediados de los ochenta, si querías tener una canción, sin tener que rascarte el bolsillo, te las tenías que ingeniar para grabarla de la radio, o de la televisión, lo que te podía llevar a estar horas y horas pegado al aparato, esperando a que les diera la gana de poner la canción de marras. Y cuando por fin conseguías grabarla, siempre aparecía el típico discjockey soltando una parrafada, que quedaba de lo más guay en medio de la canción. Eso si no llegaba tu madre y apagaba la radio en mitad de la canción o te bajaba el volumen, sólo porque iba a hablar por teléfono y había demasiado ruido.



Ahora en cambio, basta con escribir el nombre de la canción o del cantante, para que te aparezcan en pantalla un montón de canciones, diferentes versiones e incluso el videoclip si existe, y que tras un solo click y un par de minutos, pasa a engordar tu carpeta de “Mi música” en tu PC, y lo tienes a tu disposición para que lo lleves todo el día sonando en tu oreja…

No es que yo me oponga al progreso…no. Sólo es una reflexión acerca de lo que teníamos que pelear hace unos cuantos años contra los elementos, para conseguir lo que queríamos, y lo poco que les cuesta ahora. Lo de la música es sólo un ejemplo, pero la verdad es que cada vez hay que realizar menos sacrificios para conseguir cosas. Nosotros, los que hemos vivido las dos etapas, e incluso los que han vivido alguna etapa más antigua que la nuestra, aún nos queda ese poso de esfuerzo en pos de algo, pero a nuestros jóvenes…llegará un día que no le den valor absolutamente a nada…, porque lo tendrán todo sin necesitar ningún sacrificio de su parte.

Bueno, igual exagero un poco, no sé, vaya usted a saber…

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