23 de octubre de 2014

Odio.

El odio, guste o no guste, es un sentimiento que nos acompaña. Bastante negativo, ciertamente, pero un sentimiento al fin y al cabo.

Y todos odiamos, en mayor o menor medida, todos lo sentimos en algún momento. Y algunos, no sólo lo sienten, sino que además lo desprenden por los cuatro costados, convirtiéndose así en personajes odiosos. Por lo general, sentimos odio hacia personas conocidas, como por ejemplo, el chulito que te quitaba los ligues, el jefecillo de turno, al cartero que nunca llama dos veces, al banquero, al cartero que llama tres veces porque no le da tiempo a abrir la puerta... En definitiva, el odio se nos presenta en diferentes y múltiples versiones con personas de nuestro entorno.

Pero también sentimos odio hacia personas que ni siquiera hemos conocido ni conoceremos, personas que nos resultan anónimas porque no conocemos ni su nombre ni su paradero ni, en definitiva, absolutamente nada de ellos. De hecho, muchos de ellos son personajes de otra época. Y sí, los odiamos, no se crea que estoy diciendo tonterías. Bueno, es posible que esté diciendo tonterías, pero tan ciertas como que usted y yo respiramos. No, no aguante la respiración que eso es trampa…

Y si no, haga un pequeño ejercicio de reflexión y piense en que, por ejemplo, ¿no le resulta odioso aquél que inventó el pijama de franela? A mi sí, desde luego. Sí, lo sé, podría odiar a mi señora por usarlo, pero todo ello viene originado porque un personaje de otra época, que no tengo ni pajolera idea de quién fue, lo inventó. Y sólo puedo sentir odio hacia él. O ella, vaya usted a saber quién fue. Posiblemente fuera ella, alguna señora recatada de hace mil años, quien abriera esa puerta al antilibidinismo…

¿Y qué me dice de quien inventó el trabajo? Porque todos odiamos el trabajo, pero a quien deberíamos odiar fue a quién lo inventó. Si no fuera por él, seguiríamos todos recolectando y cazando para comer y para vestirnos. Seguramente el trabajo lo inventó alguien… que odiaba recolectar y, sobre todo, que odiaba cazar… Y detrás de él, o de ella, iría quien inventó el comercio, ya que al estar trabajando, y no tener tiempo para recolectar y cazar, había que comprar la mercancía, naciendo de esta manera el comercio. Por supuesto, con la invención del trabajo, nacieron también los vagos. Más que nada porque odiaban el trabajo… Y algunos vagos, se convirtieron en ladrones… porque odiaban el trabajo… pero amaban el dinero.

¿Lo ve?... todos odiamos algo… inventado por alguien. Y por mucho que digan que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia, tengo muy claro que lo contrario de lo que amamos… es lo que odiamos.








 

9 comentarios:

  1. Me parece muy acertada su reflexión sobre el odio. Lo extraordinario del asunto es que, a veces, un desconocido que nos parece odioso se convierte en amigo cuando lo conocemos a fondo. Pasa igual cuando la compañera de trabajo que odiábamos, por antipática, casualmente la llevamos al río y se convierte en un amor.
    La vida es extraña.

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  2. Anda, pues sí. Yo, por ejemplo, odio que me metan el dedo en el ojo. Lo malo es que no veo que me vaya a curar. Jo!!!

    Besos, Elvis.


    Pd.: se me ha ocurrido una canción muy chula (según mi criterio, claro) sobre odios. Te la dejo sin pedirte permiso y así me odias un poquito, jajaja... ;)

    CANCIÓN DE ODIOS PARA ELVIS, marchandooooooo

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  3. Y te has olvidado del odio que, por lo menos yo, tengo al que inventó los lunes
    Salu2

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  4. No es tan malo...No dicen que del odio al amor hay un paso?...

    Besos Elvis! ;)

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  5. Yo odio al que inventó el despertador... Deberíamos dormir hasta que nos despertemos naturalmente. Jajajaja. Besotes!!!

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  6. Si Bwana, es que resulta, que de la misma forma que existe el amor a primera vista, también existe el odio a primera vista. Yo lo experimento cada vez que veo a un político en televisión...
    Saludos.


    L, es que, realmente, que te metan un dedo en el ojo, así de buenas a primeras, jode un montón, se cure o no...
    Gracias por el detalle de la canción, pero me temo que no es suficiente motivo para odiarte jajajaja
    Besos.


    Juan Carlos, todos odiamos los lunes jajajaja, pero en realidad los odiamos porque... tenemos que trabajar. Los lunes en vacaciones no resultan nada odiosos... sino más bien ociosos jajaja
    Saludos.


    Sofya, es posible, pero hace falta negatividad para dar ese paso...
    Besos.


    Mi Álter Ego, con el despertador pasa como con los lunes. Le odias porque suena para despertarte e ir a currar, si suena para madrugar e irte de vacaciones seguro que no le odias tanto...
    Besos.


    Pd.: Ya me habéis votado todos en los Bitácoras???

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  7. Totalmente de acuerdo, el odio es parte del amor, la parte oscura, solo la indiferencia no implica personalmente.

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  8. Dicen que la fe mueve montañas, pero es algo que también logra el odio. Es un sentimiento muy energizante, te da fuerzas para seguir luchando contra lo que odias, o quejándote al menos, que también es liberador ;P

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  9. Pilar, por eso se dice que indeferenciar a alguien es lo peor que puedes hacerle...
    Besos.


    Doctora, cierto. Los sentimientos, por muy negativos que sean, siempre dan impulso. Sólo hay que saber dominarlos para poder aprovecharlo.
    Besos.

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Uy lo que han dicho...