5 de enero de 2017

Dichos

Existen dichos que son bastante curiosos. 

Y no son curiosos porque tengan curiosidad, sino porque consiguen despertar la curiosidad de uno. O de dos. O de mucha gente, vaya usted a saber. También puede darse el caso de que esos dichos sean curiosos, es posible, pero ese es un dato que carece de importancia. O si lo prefiere, que su importancia es relativa. Bastante relativa diría yo, si tenemos en cuenta que de lo que vamos a hablar es de la curiosidad que esos dichos despiertan en uno. O en dos, o en mucha gente, vamos…

Como por ejemplo, el dicho “empezar  el año con buen pie…”. Qué quiere que le diga, pero yo, que a mis taytantos aún desconozco si tengo un buen pie o un mal pie, o un buen pie y un mal pie, siempre he procurado empezar el año con los dos pies y a poder ser cada uno en su sitio. Sé que tengo dos pies porque también tengo ojos y puedo verlos cada vez que miro hacia abajo, y que, al menos aparentemente, uno está situado al final de la pierna derecha y el otro al final de la pierna izquierda, pero no sabría decirle si los dos son igual de buenos…  o igualmente malos. Que ambos huelen igual de mal… o bien, porque la cualidad del olor también es relativa… Ambos son de los que dejan huella y qué quiere que le diga, son míos y los quiero a ambos por igual, de la misma manera que un padre quiere a sus dos hijos por igual…

Además, tengo la mala costumbre de ser despistado. O bastante despistado, por lo que nunca he podido llegar a percibir si uno de ellos es más gamberrete que el otro. Si así fuera, el otro, el supuestamente bueno, nunca se ha chivado de su homólogo, en cuyo caso sería totalmente cómplice de las fechorías del malo y, bueno, eso no dice demasiado en su favor… Claro que, también podría darse el caso de que el pie bueno, fuera cual fuese de ellos, también tuviera la mala costumbre de ser tan despistado como yo… y no enterarse de dichas fechorías. Vaya usted a saber, el caso es que se me antoja bastante difícil, por no decir imposible, saber cuál de los dos es el bueno. O si lo prefiere, cuál de los dos es mejor que el otro…




También despierta la curiosidad de uno, o de dos… o de mucha gente, el mundialmente conocido dicho “renovarse o morir”…, dicho que, todo sea dicho de paso, se suele pronunciar cada vez que se empieza una etapa nueva... o un año nuevo. Yo no soy muy listo. De hecho no crea que sea ni siquiera simplemente listo, pero tendría que ser muy tonto para, de entre esas dos opciones elegir la segunda. Y yo no soy muy tonto. Ni siquiera soy simplemente tonto, así que tal y como puede suponer, elegiría la primera: “renovarse”, o más exactamente, renovarme. Renovarse lo hará usted, si es que ha elegido renovarse, si no… qué tonto es usted. O si lo prefiere, qué pocas ganas de vivir tiene… Pero yo, que como ya he dicho antes, aunque soy despistado no soy tonto y ni mucho menos muy tonto, he elegido renovarme.


Renovarse exteriormente no es difícil. Es más, diría que es una tarea que resulta incluso fácil, basta una mano de pintura para tener una imagen completamente diferente. Ahora bien, interiormente va a ser un poco más complicado, y salvo transfusión de sangre con lobotomía incluida, lo cual va a ser bastante complicado teniendo en cuenta los recortes en sanidad, y descartando la sanidad privada porque, no sé si se lo habré comentado alguna vez, pero también tengo la mala costumbre de ser pobre, creo que voy a seguir tal y como estaba antes de renovarme. Y para corroborarlo, basta con leer la cantidad de estupideces que sigo escribiendo… 






6 comentarios:

  1. Jajajajaja, está bien eso de querer a los dos pies por igual. La frase "empezar con buen pie" puede referirse a "empezar con el pie derecho" que era una costumbre en los rituales paganos de los pueblos antiguos. Quienes participaban de la ceremonia, al momento de subir al altar en el que se adoraban las divinidades, lo hacían apoyando inicialmente el pie derecho, creyendo que esa postura podía inclinar en su favor la simpatía de los caprichosos dioses.
    Saludos.

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    1. Buena observación, ignoraba completamente ese significado. Lo que me extraña es que aquella buena gente pudiera llegar a pensar que los altivos dioses se iba a fijar en qué pie ponía antes en el altar un simple plebeyo... En fin, cada día se aprende algo.
      Saludos.

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  2. Yo también elijo renovarme, que para morirme siempre tendré tiempo. Y desconozco si tengo un pie bueno. Supongo que por eso dicen que hay que comer las uvas levantando del suelo el pie izquierdo, pero nunca lo he hecho porque paso de caerme y hacerme un esguince estando a segundos de estrenar el año. Besotes!!!

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    1. Cierto, esa sería una situación bastante rocambolesca... La verdad es que si hiciéramos caso de todas esas cosas tendríamos que pararnos a pensar demasiadas veces. Y, ya se sabe, el que piensa pierde...
      Besos.

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  3. Hay que adaptarse, pero no cambiar. Renovarse es eso, aprender, evolucionar, pero cambiar no se cambia. A veces se tienen más energías, se envejece, pero en esencia las personas no cambiamos. Eso es bueno y malo, según sea cada uno :)

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  4. Cierto, las experiencias vividas son las que nos hacen evolucionar y aprender, pero esa evolución representa un cambio paulatino, y uno no es la misma persona con cuarenta años que la que era con veinte. Las experiencias siempre nos hacen cambiar, para bien o para mal, y según sean dichas experiencias nuestra manera de pensar no es la misma tras haberlas vivido. Seguro que tú misma, después de la experiencia que has vivido el año pasado y que seguirás viviendo en el futuro ya no serás la misma persona ni pensarás de igual manera. Aún es pronto para que te des cuenta, pero si lo analizas verás que poco a poco vas cambiando...
    Besos.

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Uy lo que han dicho...