Cuando uno tiene una idea, y se hace un planteamiento mental acerca de cómo llevarla a cabo, por norma general todo suele salir bien. Bueno, eso depende de la capacidad de intelecto que tenga uno, pero por lo general, en la teoría creada por nuestra cabeza todo cuadra sin margen de error, pero…

Usted echa un vistazo panorámico a su salón. Aparentemente no falta de nada, sin embargo aquel espacio de aproximadamente tres metros de anchura, quedaría mejor decorado si en lugar de haber un espacio vacío, hubiera una estantería donde colocar todos esos libros y cd`s que tiene almacenados en varias cajas en el desván, o en el garaje, tampoco le voy a decir dónde tiene que guardar sus trastos… Bien, la idea ya ha surgido y su mente empieza a idear un plan…
Vamos a suponer, aunque sea mucho suponer, que tras consultarlo con la otra persona que también tiene poder de decisión sobre su salón (si es que esta existe…), ha conseguido su beneplácito. Así nos saltaremos una dificultad añadida y haremos esto más corto. Ha medido el hueco con precisión milimétrica, y con las medidas en el bolsillo se dirige a su tienda de muebles habitual (la que sea, tampoco es cuestión de hacer publicidad gratuita). Allí le atiende un dependiente/a con toda la amabilidad del mundo, quien le asegura con total convencimiento, que sus muebles son los mejores muebles del mundo y parte del extranjero. Desafortunadamente tiene en su establecimiento el mueble que usted había dibujado en su mente cuando decidió llenar el hueco vacío de su salón. Y digo desafortunadamente, porque para que pudiera colocarlo en su salón, debería antes vender media casa para poder pagar el mueblecito en cuestión. Resultado: usted sale de la tienda llevándose como toda compra una tremenda decepción.
Con buen criterio, más que nada porque no le queda más remedio, decide acudir a un centro de esos en los que puede encontrar todo lo que pueda necesitar para su casa a precio de ganga. Por supuesto, allí no encuentra un mueble similar al que vio en la otra tienda, pero su bolsillo le susurra que uno de los que ha visto allí también quedaría bien en su salón, y haciéndole caso decide comprarlo. Comprar en este tipo de establecimientos, conlleva el añadido de que el transporte y montaje del mueble corre de su cuenta. Lo primero es posible que no suponga ningún inconveniente si su coche es en realidad una furgoneta. Lo segundo siempre es un inconveniente si no ha hecho un curso de bricolaje o de interpretación de libros de instrucciones de montaje, que para el caso es lo mismo.
Una vez en su casa, y tras haberse duchado para eliminar el sudor que ha propiciado la aventura de subir el paquetito hasta el quinto piso por la escalera porque no entraba en el ascensor, se dispone a realizar la tarea de desembalaje y amontonamiento de piezas. Parece un poco de lío pero no se preocupe, yo le guío en lo que pueda… Tenga cuidado, no deje ahí la bolsita con los tornillos que se la come el perro… Sin más preámbulos usted coge el papelito que se supone son las instrucciones y lee: “Tomar los tableros 1 y 2- Unirlos con los tornillos A sobre el panel 3 que hará las veces de fondo”… “Qué fácil”, pensará usted, pero cambiará de idea cuando vea que, ni las maderas ni los tornillos llevan ninguna indicación para saber a cual de ellos hace referencia. Su disgusto aumenta cuando descubre que los dibujos que figuran en la hojita de instrucciones parecen hechos por un niño de 2 años, y no se parecen en nada a las piezas que componen el mueble…
En ese momento, decide abrir una cerveza para calmarse… y tras un momento de sosiego vuelve a la carga. Decide echarle imaginación y lógica al asunto, y tomando los dos tableros más largos intenta unirlos al ¿panel 3? Como era de suponer, pese a intentarlo no puede unir los dos tableros a la vez, así que dejando uno apoyado en la pared y haciendo malabarismos, sin soltar ambas piezas intenta alcanzar los tornillos A. Tras un enorme esfuerzo, se dispone a introducir el tornillo en el agujero que lleva el tablero 1, apreciando entonces que el tornillo no entra en el agujero. Se da cuenta de que no ha cogido un tornillo A, si no un tornillo B, bastante más ancho que el tornillo A. Es entonces cuando piensa que es mejor identificar bien los tornillos A y guardárselos en el bolsillo de la camiseta para tenerlos más a mano…
Sí, es el momento de darle otro trago a la cerveza, lo necesitará… Al fin ha conseguido introducir un tornillo A y unir el tablero 1 al panel 3. Bien, ya ha hecho lo más difícil. Ahora sólo necesita meter otro tornillo A para terminar de unirlo y… vaya, no le coincide el agujero 2, claro, ¿no ve que ha colocado el panel 3 al revés? Ande, desatornille el tornillo A y dele la vuelta… y esta vez asegúrese de colocarlo bien antes de colocar ningún tornillo A. ¿Ve como no es tan difícil? Ahora haga lo mismo con el tablero 2… ¡No hombre! Ese hay que ponerlo al otro lado… si lo pone pegado al tablero 1 ¿en qué agujeros piensa atornillar los tornillos A? ¿Acaso no ha leído las instrucciones? ¿Eh?... Ah claro, se las comió el perro… ya le dije que no dejara nada a su alcance… Bueno, seguiremos echándole imaginación al asunto.
Ahora coja la tapa 4 y colóquela en posición de techo… pero colóquela bien porque si no, no le encajarán los tornillos B con los agujeros, que son cuatro, los agujeros, los tornillos… también. Si ha comprobado que coinciden los agujeros ya puede empezar a atornillar los tornillos B, ya sabe los que eran más anchos y… ¿Qué dice? ¿Qué no sabe dónde los dejó? Ay madre… a que se los comió también el perro… Haga el favor de mirar en el otro bolsillo… Me lo imaginaba… Ande, atornille y deje de maldecir. Bien, vale, ya tiene el armazón del mueble armado, ahora sólo le queda atornillar las baldas 5, 6 y 7 que van en posición horizontal con una separación de 50 cm entre cada una de ellas… Pero ¿qué hace? No necesita un metro para nada, ¿no ve que la separación se la marcan los agujeros para meter los tornillos B? (En este preciso momento, usted se arrepiente enormemente de cambiar de canal cada vez que empieza un programa de bricolaje en la televisión…) Vale, coloque la balda 5 en su posición y atorníllela con los tornillos B y… ¿Qué no le entra la balda 5 en el hueco? Vaya por Dios hombre… entonces va a tener que desatornillar el tablero 1 ó el 2, el que prefiera y atornillar primero las baldas 5, 6 y 7, y ya de paso atornille también el tablero 8 que hace las veces de suelo del mueble… si es que eso lo tenía que haber pensado primero….Asegúrese de colocar las baldas en la posición correcta, porque si las coloca mal no le encajarán los tornillos B con los agujeros 2… vale, veo que lo ha entendido… Bueno, ahora sólo tiene que colocar las tapas C, que van tapando las cabezas de los tornillos y… bueno, déjelo, mejor no hacer sufrir al perro, ya lo expulsará al exterior un día de estos… Bien, ya ha terminado, ¿Ve cómo no era tan difícil? Venga, colóquelo en el hueco del salón, así muy bien y ahora… Pero… ¿Cómo que el mueble tapa el enchufe de la pared? ¿Pero quién ha puesto ahí ese enchufe…?
Sabe qué le digo… Doy gracias a Dios porque no haya elegido un mueble con cajones…